Lo dijo Mauricio Macri, y lo ratificaron desde su entorno: el PRO tendrá candidato propio en el 2027.
La contundente definición cayó por sorpresa, a pocos días de una elección victoriosa para La Libertad Avanza y en medio de la discusión por el Presupuesto 2026 y la reforma laboral, donde el gobierno abrió el diálogo como hacía bastante no ocurría.
En el peronismo se entusiasman con ese escenario. Lo señaló Guillermo Moreno: el PRO, según su visión, podría alcanzar el 10% y de esa manera horadar el número de LLA. En otras palabras: se partiría el electorado de centro-derecha en dos expresiones.
Un elemento importante: el PRO nunca compitió solitariamente en una elección presidencial.
En el 2003, 2007 y 2011 Macri se postuló por la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y prescindió de la contienda nacional.
Desde el 2015 al 2023, el amarillo del PRO cedió al “arco iris” de Cambiemos, y luego Juntos por el Cambio. Los candidatos presidenciales pertenecían al PRO, pero competían con un paraguas más amplio.
Hay otro factor que podría dejar tranquilo a Javier Milei de que el PRO finalmente abortará con la intención: el pobre resultado de las “terceras fuerzas” en la reciente elección del 26 de octubre.
Los gobernadores de Provincias Unidas fracasaron y varios de ellos quedaron terceros. No lograron escapar de la polarización nacional.
Tampoco tuvieron éxito los que explícitamente pedían el voto macrista. Por ejemplo, Ricardo López Murphy en CABA y, en menor medida, María Eugenia Talerico en PBA. El público macrista, puesto contra la espada y la pared, le dio el voto a los libertarios.
Un escenario que podría favorecer al PRO de cara al 2027: que el kirchnerismo llegue muy golpeado y con escasas chances de ganar en las PASO o en la primera vuelta. Si el “riesgo kuka” está desinflado, tal vez haya espacio para que el universo macrista no sienta necesario un voto útil de entrada. En todo caso, esa carta la jugarían en un eventual balotaje. Pero falta mucho.
FA