16/11/2025 - Edición Nº1013

Internacionales

Carrera espacial

NASA y Apollo 12: la misión que perfeccionó el control lunar

15/11/2025 | Lanzada el 14 de noviembre de 1969, la segunda misión en alunizar demostró control, resiliencia y pericia en condiciones extremas.



El despegue de Apollo 12 el 14 de noviembre de 1969 marcó un hito técnico para la NASA, que buscaba consolidar el éxito de Apollo 11 demostrando que un alunizaje humano podía realizarse con precisión milimétrica. La misión, tripulada por Pete Conrad, Alan Bean y Richard Gordon, partió desde Florida en medio de un clima adverso que desafió desde el primer segundo la viabilidad del vuelo. Minutos después del lanzamiento, el cohete Saturn V fue alcanzado por dos rayos, un incidente que habría obligado a abortar cualquier otra operación. Sin embargo, la nave continuó estable y confirmó la robustez del sistema.

Superada la turbulencia inicial, Apollo 12 avanzó hacia una de las pruebas más exigentes del programa lunar: aterrizar en un punto específico de la superficie. Mientras Apollo 11 había logrado un descenso seguro pero improvisado, el objetivo de esta misión era evidenciar que la NASA podía dirigir el módulo lunar hacia un sitio predeterminado. Ese desafío constituía una pieza clave en la expansión futura de la exploración lunar, especialmente para misiones científicas de largo alcance.

NASA


Centro de la NASA (688 ha) usado para control de misiones, transporte de práctica y astronautas de la EEI.

Aterrizaje de precisión

El 19 de noviembre de 1969, el módulo lunar Intrepid descendió en el Oceanus Procellarum, apenas a unos 160 metros de la sonda no tripulada Surveyor 3, enviada años antes por la propia NASA. Este logro dio credibilidad científica al programa al permitir comparar superficies, recolectar muestras en un contexto previamente estudiado y demostrar un dominio operacional inédito en la época. Conrad y Bean realizaron dos caminatas lunares en las que recuperaron piezas de Surveyor 3 y recolectaron más de 30 kilos de material.

Además del alunizaje, Apollo 12 desplegó el paquete de experimentos ALSEP, que permitió medir actividad sísmica, vientos solares y variaciones térmicas, datos esenciales para comprender la naturaleza interna y superficial de la Luna. Estos instrumentos continuaron enviando información durante años, consolidando la misión como un aporte científico sustancial más allá de su proeza técnica.

Lecciones para el futuro

La misión también destacó por su capacidad de gestión del riesgo. El episodio de los rayos reveló vulnerabilidades en la interacción entre tecnología y clima, impulsando evaluaciones posteriores que mejoraron la seguridad de lanzamientos futuros. Asimismo, la operación reforzó la importancia de entrenar a las tripulaciones para responder con rapidez ante fallas inesperadas, como demostró Conrad al restablecer sistemas críticos tras las descargas eléctricas.

Aunque eclipsada mediáticamente por Apollo 11, Apollo 12 se consolidó como una de las misiones más sofisticadas del programa. Su precisión, su aporte científico y su resistencia ante condiciones extremas reforzaron la confianza en las capacidades de la NASA en plena carrera espacial. El éxito permitió ampliar las ambiciones del programa Apollo y dejó una hoja de ruta para las misiones posteriores, contribuyendo a un conocimiento más profundo de la Luna y sus características.