Mucho antes de ser el jefe de Gabinete designado por Javier Milei, Manuel Adorni tuvo un recorrido poco conocido: quiso transformarse en dirigente gremial. Documentos oficiales y reconstrucciones periodísticas muestran que, mientras trabajaba en la empresa de mensajería Tesir SRL, presentó los trámites para crear el Sindicato Argentino de Empleados de Delivery y Afines (SAEDA). El expediente no prosperó porque el Ministerio de Trabajo nunca habilitó la organización.
Cuando trabajaba en una actividad cuya principal característica es la informalidad, el ahora jefe de Gabinete intentó representar a sus colegas. Sin ponerse colorado, hoy integra una administración antiobrera, pero nadie es profeta en su tierra. Portales platenses –Adorni es oriundo de La Plata- se hicieron eco de la facilidad con que el hombre cambia de convicciones: “embanderado en el libertarismo a ultranza, oculta un pasado reciente como anhelante sindicalista de deliverys” escriben los colegas de la ciudad de las diagonales.
Con los años, Adorni se olvidó de las ganas de ser el héroe de la clase trabajadora y se alineó sin fisuras con la agenda de la derecha más rancia: ajuste, baja del gasto, privatizaciones, un rol estatal reducido a su mínima expresión y una política laboral para nada amable con los trabajadores.
Esta transformación puede leerse como un cambio de identidad, o como una adaptación para sobrevivir al clima de época. Lo cierto es que Adorni, gracias a su buena sintonía con Milei, ahora disfruta de la comodidad de viajar en un auto oficial y de pasar sus horas en un cómodo despacho con aire acondicionado. Ya no necesita liderar a los trabajadores informales, porque integrando un gobierno que promueve la quita de derechos le va mejor.
GZ