16/11/2025 - Edición Nº1013

Política

Memoria

A 8 años de la desaparición del ARA San Juan: una tragedia que marcó a la Argentina

15/11/2025 | El 15 de noviembre de 2017 el submarino perdió contacto con la Armada Argentina en aguas del Atlántico Sur. Ocho años después, el recuerdo de sus 44 tripulantes sigue vivo a través de actos y monumentos en todo el país. El ministro Petri recordó hoy a los fallecidos.



Evento anómalo, singular, corto, violento y no nuclear consistente con una explosión”. La frase del vocero de la Armada, Enrique Balbi, heló la sangre de un país entero. Era el 15 de noviembre de 2017 y el submarino ARA San Juan había desaparecido en el Atlántico Sur con 44 tripulantes a bordo.

La última comunicación oficial se había registrado a las 7:30 de la mañana. El comandante Pedro Martín Fernández informó en ese entonces un ingreso de agua en el tanque de baterías N° 3, lo que provocó un principio de incendio y la decisión de continuar navegando en inmersión hacia Mar del Plata. Sin embargo, nunca más se supo de ellos.

La conmoción fue inmediata. Los medios nacionales e internacionales replicaron la noticia y comenzaron las especulaciones: ¿un accidente técnico, ataque externo o una implosión? La comparación con el submarino ruso Kursk, hundido en el año 2000 con 118 tripulantes, se instaló rápidamente en la agenda global.

Sabíamos que el tiempo era muy corto para encontrar gente con vida”, recordó Eduardo Lavarello, exmaquinista del ARA San Luis y veterano de Malvinas. Su testimonio reflejaba la angustia de quienes conocían de cerca la vida submarina.

La última misión

El 25 de octubre de 2017 el San Juan había zarpado de su base marplatense rumbo a Ushuaia con el fin de realizar maniobras en el Canal de Beagle. De hecho, el submarino participó de la Etapa de Mar III, una serie de ejercicios navales con parte de la flota de la Armada.

Hasta el 13 de noviembre todo se había desarrollado con normalidad, y un día después ya se encontraba en tránsito hacia su base en la costa atlántica bonaerense. En el último reporte enviado al Comando de la Fuerza de Submarinos, el comandante Fernández reportó una avería en las baterías producto del ingreso de agua de mar. El mensaje hablaba de un principio de incendio que había sido controlado.

La última comunicación, a las 7:30 del 15 de noviembre, fue un parte técnico que intentaba transmitir calma: “Baterías de proa fuera de servicio. Al momento en inmersión propulsando con circuito dividido. Sin novedades de personal, mantendré informado”.

Apenas horas después de la última comunicación, se perdió todo contacto con la nave. La incertidumbre dominaba, pero a las 13:51 GMT (10:51 hora argentina), dos estaciones hidroacústicas de la CTBTO (Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares), registraron un evento impulsivo submarino en la misma zona donde se había reportado la avería.

El entonces embajador argentino en Austria y actual director general del OIEA, Rafael Grossi, informó al Ministerio de Defensa que la señal detectada correspondía a una implosión submarina no nuclear, y que la anomalía hidroacústica que mencionaba Balbi "era consistente con el colapso del casco del ARA San Juan”. Su testimonio fue clave para que la Argentina entendiera que la tragedia había quedado registrada en los sistemas de vigilancia internacional.

La búsqueda y el SAR

La Operación de Búsqueda y Rescate (SAR, por sus siglas en inglés) movilizó a la Armada Argentina y a más de una veintena de buques y aeronaves de distintos países. Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Chile, Brasil y Uruguay ofrecieron ayuda. El presidente Vladimir Putin se comunicó con Mauricio Macri para poner a disposición recursos de Moscú, pero también una decena de jefes de Estado para prestar sin condicionamientos sus recursos militares y civiles.

La Región de Responsabilidad SAR de la Argentina abarca más de 14 millones de km² en el Atlántico Sur. Durante las primeras semanas (que luego pasaron a ser meses), barcos y aviones de todo el mundo rastrearon la zona sin éxito. La angustia de los familiares crecía con cada día sin noticias. “La desaparición del ARA San Juan fue de un enorme impacto. La Armada tardó dos días en sacar un comunicado, fue vergonzoso”, recordó el periodista Eduardo Martínez, que cubrió la tragedia en vivo.

La magnitud del operativo fue inédita: más de 4.000 personas participaron en la búsqueda, con tecnología de última generación y cooperación internacional. Sin embargo, la falta de coordinación y las decisiones políticas cuestionadas dejaron un sabor amargo.

El Seabed Constructor, uno de los buques que participó del operativo SAR y el que finalmente encontró al ARA San Juan (Foto: Seabed Constructor).

El hallazgo

Un año después, el 17 de noviembre de 2018, la empresa Ocean Infinity localizó los restos del submarino a 907 metros de profundidad y a 597 kilómetros de Comodoro Rivadavia. El hallazgo fue posible gracias a la utilización de vehículos autónomos submarinos (AUVs), capaces de rastrear grandes áreas del fondo marino con cámaras de alta definición y sonar de barrido lateral.

Las imágenes revelaron un casco destruido, fragmentado en varias secciones, con la vela desprendida y partes dispersas en un radio de 70 metros. Para los expertos, la magnitud del daño confirmaba la hipótesis de una implosión súbita, producto de la presión del agua tras la pérdida de control.

Nosotros pedíamos que se buscara con los medios adecuados, y finalmente la empresa Ocean Infinity lo logró”, señaló Luis Tagliapietra, padre de uno de los tripulantes, quien se encontraba a bordo del buque e insistió para que se buscara en la zona del hallazgo.

"Uno no se espera ver tamaña destrucción. Y esto lo dije muchas veces: el hallazgo del San Juan fue indirecto, no directo. Ya habíamos pasado por esa zona en septiembre, era la zona 1. Y cuando pasaron el sonar lo clasificaron como formación geológica porque parecía un conjunto de piedras. Como en ese momento los robots estaban seteados en una calidad inferior para barrer un área mayor, eso se pasó. Yo les pedí que cambiaran a una alta resolución, pero igualmente se vio una formación geológica. Y fue un geólogo francés el que vio que alrededor de esas ‘piedras’ había como una onda expansiva en el suelo y dijo 'esto no es natural'. Una vez que bajamos con el robot pudimos ver que era el submarino y que, efectivamente, la destrucción era muy grande. Eso nos llamó la atención porque no se estaba buscando eso".  

Luis Tagliapietra -en el medio, cabizbajo- en el minuto de silencio por la desaparición del submarino y de su hijo Alejandro, mientras se encontraban en plena búsqueda del buque (Foto: Wael Dabbous).

Testimonios y dolor

La actividad del submarinista es riesgosa, y el que está allí adentro sabe a lo que se está exponiendo. Cuando se ingresa a la Escuela de Submarinos uno aprende lo que puede pasar y las tareas a desarrollar. Seguramente el San Juan tuvo una combinación de percance técnico y su tripulación no pudo revertirlo. Yo estoy seguro de que ellos la habrán peleado hasta el último momento. Lamentablemente hoy no están, y nosotros tuvimos duelos terribles durante muchos días”, recordó Lavarello, quien además de ser submarinista del ARA San Luis trabajó en el mítico portaaviones 25 de Mayo.  

Dentro de mi opinión personal considero que se requiere un cierto tipo de persona especial para tripular los submarinos”, agregó Maximiliano Tartaglia, también de profesión submarinista y exdirector del Museo de Submarinos de Mar del Plata.

Sin embargo, también hubo un reclamo y homenaje silencioso. Fue el del excapitán de navío Guillermo Tibaldi, quien en 2024 decidió recorrer a pie los más de 3.000 kilómetros que separan Mar del Plata de Ushuaia. “Veo a sus familias y veo a la mía. Quiero que sea un homenaje de toda la sociedad”, expresó antes de partir con la bandera argentina y los nombres de los 44 grabados en ella. Su travesía, que duró cinco meses, se convirtió en un símbolo de memoria activa y en un puente de unión entre las comunidades que acompañaron su paso.

No quiero que se olviden de ellos. Cada paso que doy es por los 44”, señaló Tibaldi a este periodista hace algunos meses, pero también aseguró que “el ARA San Juan fue mi casa durante años, por eso hoy camino para que sus nombres sigan vivos”.

Guillermo Tibaldi, excapitán del ARA San Juan, recorrió 3.000 kilómetros a pie para unir Mar del Plata, lugar de zarpada del submarino, con Puerto Almanza, última posición donde se vio al buque en navegación.

La causa judicial

La investigación judicial quedó radicada en el Juzgado Federal de Caleta Olivia. Se procesó a altos mandos de la Armada por “estrago culposo agravado” y “incumplimiento de deberes de funcionario público”. Sin embargo, la causa avanza lentamente y aún no hay condenas firmes. El expediente también incluye denuncias por espionaje ilegal a los familiares, un capítulo que profundizó el dolor y la desconfianza.

La causa del ARA San Juan es un espejo de la desidia estatal. Los familiares fueron víctimas de espionaje ilegal mientras reclamaban justicia. No sólo se vulneraron sus derechos, también se intentó silenciar su lucha”, señaló la abogada Valeria Carreras, representante de gran parte de las familias. Su palabra sintetiza el sentimiento de quienes enfrentaron no solo la pérdida, sino también la falta de respuestas institucionales.

Los familiares y conocidos de los 44 tripulantes se convirtieron en protagonistas de una lucha incansable por la verdad. El mismo Tagliapietra, letrado que representó a otra parte de los querellantes, encabezó reclamos ante la Justicia y denunció un seguimientp estatal del que fueron víctimas durante el gobierno de Macri.

No sólo perdimos a nuestros hijos, también nos espiaron cuando pedíamos respuestas”, señaló. Su testimonio fue central para que la causa por espionaje ilegal avanzara en paralelo al expediente principal. Sin embargo, para la Justicia solamente fue un protocolo de seguridad presidencial.

Incluso desde el ámbito castrense hubo voces críticas. El exjefe del Comando de Submarinos, Alejandro Kenny, reconoció que el San Juan había tenido incidentes previos pero que nunca se atendieron con la seriedad necesaria: “Hubo fallas estructurales y de mantenimiento que se repitieron. La tragedia era evitable”.

Hoy, 15 de noviembre, voces desde todos los rincones se levantan para homenajear a los héroes de la patria. Tanto el ministro de Defensa Luis Petri como la Casa Rosada publicaron mensajes conmemorativos en las redes sociales, manifestando la "memoria eterna de los tripulantes".

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