La intervención de Andrés Larroque volvió a encender una discusión recurrente en el peronismo: el alcance real de las garantías judiciales para los exfuncionarios que enfrentan condenas. El ministro bonaerense salió a respaldar a Julio De Vido tras la denuncia de su esposa por presuntos malos tratos en el Hospital Penitenciario Central de Ezeiza. Su mensaje no fue sólo un gesto de solidaridad: volvió a instalar el reclamo por el trato humanitario dentro del sistema penitenciario federal.
El cuadro sanitario de De Vido, que padece enfermedades crónicas, permite que el tema escale rápidamente. Para Larroque, asegurar una “correcta atención médica” y revisar si la detención se ajusta a su estado de salud es una cuestión urgente. El planteo apunta, además, a un Poder Judicial que el ministro considera atravesado por sesgos políticos, un argumento que el kirchnerismo viene repitiendo desde hace años.
La denuncia de Alessandra Minnicelli, esposa del exministro, encontró eco inmediato en el tablero político. El señalamiento por “irregularidades” dentro del HPC de Ezeiza no sólo golpea a la administración penitenciaria, sino que obliga al Gobierno nacional a dar explicaciones sobre las condiciones de reclusión de presos con tratamiento médico complejo. En tiempos de ajuste y tensiones internas, el tema no pasa inadvertido.
En su comunicado, Larroque redobló la apuesta: sostuvo que la Justicia “no puede ser un instrumento de persecución política ni propiciar tormentos”. La frase busca resonar más allá del caso De Vido y se inscribe en una narrativa que el kirchnerismo reactiva cada vez que uno de los suyos denuncia excesos o arbitrariedades. El mensaje, en última instancia, opera como advertencia hacia el sistema judicial.
El caso vuelve a instalar un debate que incomoda al oficialismo, al kirchnerismo y a la oposición por igual: ¿cómo se garantiza el trato digno a detenidos de alto perfil sin abrir la puerta a sospechas de privilegios? La situación de Julio De Vido, a sus 75 años y con una condena firme, promete seguir generando ruido político en un escenario nacional donde los conflictos institucionales están lejos de apagarse.