Un nuevo mapeo realizado por especialistas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) reveló que 17 millones de personas en Argentina consumen agua con arsénico con niveles superiores a los recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), una cifra que cuadruplica los registros previos y expone una problemática histórica agravada por la falta de controles y negligencia estructural.
Según el estudio, las áreas más comprometidas se ubican en la zona oeste de Santa Fe, el sureste de Córdoba, donde la exposición afecta a amplios sectores de la población. “Santa Fe y Buenos Aires tienen dos de cada tres habitantes expuestos a arsénico, más del 60% de la población”, explicó el doctor Alejandro Oliva, director del programa de Salud y Medio Ambiente del Centro de Estudios Interdisciplinarios de la UNR. Córdoba presenta una menor proporción -cerca del 30%- debido a que el noroeste provincial utiliza agua de napas provenientes de manantiales y no del acueducto contaminado.

La OMS establece un límite máximo de 10 μg/L de arsénico en agua potable. Sin embargo, en Argentina el Código Alimentario Argentino fija un tope más elevado: 50 µg/L. La evidencia científica indica que incluso entre ambos valores existe un riesgo significativo para la salud humana, lo que convierte al fenómeno en una amenaza extendida.
La exposición prolongada al arsénico en el agua no es nueva en el país. Desde hace más de un siglo se registran impactos en la salud asociados al consumo de agua contaminada. La nueva actualización de datos confirma que “esta problemática es casi una pandemia en Argentina”, advierten los investigadores.
El relevamiento se realizó con información verificable de doce provincias, considerando muestras representativas de al menos el 30% de la población, evaluadas bajo parámetros de la OMS y extraídas exclusivamente de aguas de consumo. Esto permitió analizar aproximadamente el 70% de la población nacional.

Paralelamente, el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) presentó una actualización del Mapa de Arsénico, una herramienta digital que incorpora más de 350 nuevas muestras y permite monitorear, en tiempo real, la calidad del agua en todo el país.
Desarrollado bajo la coordinación del investigador Jorge Daniel Stripeikis, el mapa ofrece una visión detallada de la distribución del contaminante en reservas de agua superficiales y subterráneas. Desde su creación, se transformó en una referencia clave para investigadores, autoridades y ciudadanos, al brindar datos confiables sobre un problema de salud pública de alto impacto.
La herramienta permite identificar zonas críticas y comprender los posibles efectos del consumo sostenido de agua contaminada, que puede derivar en Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico (HACRE), una patología asociada a cáncer de pulmón, cáncer de laringe, fibrosis pulmonar y tos crónica, entre otros cuadros.
El Mapa de Arsénico está disponible en línea y se ha optimizado para una mejor experiencia de usuario, lo que permite a cualquier persona acceder fácilmente a la información sobre la calidad del agua en su región. Se puede visitar en https://mapa-de-arsenico.web.app
La presencia de arsénico en el agua argentina es mayoritariamente natural, originada en procesos geológicos que datan de millones de años, vinculados a la formación de la Cordillera de los Andes. Sin embargo, especialistas apuntan a una falla sistemática de controles y políticas públicas para enfrentar el problema.
Las zonas más afectadas incluyen el 70% de la provincia de Buenos Aires -especialmente el corredor de la Ruta 5, que abarca localidades como 9 de Julio, Bragado, Carlos Casares y Trenque Lauquen-, áreas cercanas a Mar del Plata, el sur de Córdoba y Santa Fe, además de regiones de La Pampa, Mendoza, Tucumán, Santiago del Estero, Salta, Chaco y Formosa.
El Mapa de Arsénico, disponible en línea, permite que cualquier persona verifique la calidad del agua de su región y ha sido optimizado para una mejor experiencia de navegación.
El doctor Carlos Colángelo, presidente del Consejo Profesional de Química de la Provincia de Buenos Aires, señaló que la evidencia disponible expone la falta de control histórico sobre un recurso esencial: “Si bien venimos registrando desde hace tiempo la presencia de arsénico en el agua para consumo de muchas localidades bonaerenses, las investigaciones recientes ponen en evidencia la impunidad y la negligencia general con la cual se presta un servicio esencial a la ciudadanía”, concluyó.