El 75° aniversario de la segunda fundación de Malargüe dejó más que homenajes protocolares. En un almuerzo con figuras destacadas -entre ellas el gobernador Alfredo Cornejo-, el ministro de Defensa y diputado electo Luis Petri aprovechó su discurso para reivindicar la figura de Julio Argentino Roca y la Campaña del Desierto, obviando la preexistencia de los pueblos originarios en la región.
El mensaje llamó la atención desde el inicio: tras un repaso por la coyuntura económica, Petri destacó el rol de las Fuerzas Armadas en la construcción del Estado nacional y señaló que el avance militar sobre el territorio patagónico permitió el desarrollo posterior de Malargüe. Lo hizo citando a Roca como figura clave, en contraste con lo que incluso la propia Secretaría de Cultura municipal describe como el “primer genocidio de la historia argentina”.
Históricamente, Malargüe estuvo habitada por pueblos Puelches, Pehuenches, Mapuches y, en el área mendocina más amplia, Huarpes. La fundación del fuerte en 1848 y las campañas militares posteriores no solo avanzaron sobre sus territorios, sino que los incorporaron bajo lógicas de dominación y asimilación. Un proceso que la Municipalidad detalla como “aniquilación cultural, ideológica y física” en sus documentos oficiales.
En su intervención, Petri trazó una genealogía militarista de la Argentina, reivindicando a San Martín, Güemes, Belgrano y nuevamente a Roca, y sostuvo que “la Argentina grande se hizo con militares que creyeron en este país”. Con esa línea, reforzó la mirada oficialista que busca reposicionar a las Fuerzas Armadas como actores centrales en la construcción del orden nacional.