M. Night Shyamalan siempre ha sido un maestro del engaño cinematográfico, pero con Fragmentado (Split, 2016) llevó su especialidad a un nivel casi delictivo: logró que ni siquiera los ejecutivos de Universal Pictures, los que ponían el dinero, supieran que estaban financiando una secuela secreta de El protegido (Unbreakable, 2000), una película que pertenecía a Disney. Durante todo el rodaje y la postproducción ocultó la escena final en la que aparece Bruce Willis como David Dunn, revelando que ambas historias ocurren en el mismo universo. Solo James McAvoy estaba al tanto; ni el resto del reparto ni los jefes del estudio tenían la menor idea.

El director contó años después en el podcast ReelBlend cómo proyectó la película completa a los altos mandos de Universal sin avisarles del final. “Bajamos las luces y les pasamos Fragmentado. No sabían el final que estaban viendo. Ni siquiera les había enviado el material diario de esa escena”, relató. Cuando apareció Willis en pantalla, la sala estalló en confusión: “Estaban completamente desconcertados. Me miraron y dijeron: ‘¿Qué estás diciendo? ¡Esa es una película de Disney!’ (risas) Y yo les dije: ‘¡Todo bien! ¡Tenemos permiso para hacerlo!’”. Claro, los directivos del estudio casi sufren un infarto al descubrir que habían pagado una secuela de una propiedad ajena.
Pero Shyamalan ya había planeado esta conexión desde los tiempos de El protegido. Originalmente, el villano de aquella película iba a ser una de las personalidades de Kevin Crumb (el personaje de James McAvoy que terminaría siendo La Bestia), e incluso existe una escena donde se ve al pequeño Kevin con su madre. El proyecto quedó en el cajón hasta que, quince años después, decidió resucitarlo en secreto. Sabiendo que Universal jamás aprobaría financiar algo así de entrada, actuó por su cuenta: negoció directamente con Disney el permiso para usar a David Dunn a cambio de cederles los derechos internacionales si alguna vez había una tercera parte.
El trato resultó ser positivo. Universal distribuyó Glass, la tercera película, en Estados Unidos y se quedó con esa taquilla (111 millones de dólares), pero Disney se llevó los ingresos del resto del mundo (136 millones), a partir de un presupuesto que apenas duplicaba al de la segunda película: 20 millones contra 9 que había costado Fragmentado. Así nació la trilogía conocida como Eastrail 177 (El protegido, Fragmentado y Glass), un experimento en la historia del cine de superhéroes que se gestó durante casi dos décadas y que solo pudo existir porque su creador engañó a uno de los estudios más grandes del planeta.