El amistoso disputado ayer domingo en el Subaru Park de Chester de Pensilvania debía ser una prueba más en la preparación hacia el Mundial 2026. Sin embargo, el triunfo de Estados Unidos 2-1 sobre Paraguay quedó en un segundo plano por la batalla campal que estalló en los minutos finales.
El incidente comenzó con un cruce entre el capitán paraguayo Gustavo Gómez y el defensor estadounidense Alex Freeman. Lo que parecía un forcejeo aislado derivó en empujones, corridas y golpes que involucraron a varios jugadores y hasta miembros de los cuerpos técnicos. Las imágenes mostraron a Gómez tomando del cuello al arquero Matt Freese, mientras Freeman terminó con la boca ensangrentada.
DE AMISTOSO... ¡¡ABSOLUTAMENTE NADA!! TREMENDA TANGANA EN ESTADOS UNIDOS VS. PARAGUAY.
— SportsCenter (@SC_ESPN) November 16, 2025
📺 #DisneyPlus Plan Premium pic.twitter.com/MKxA29rYdr
A pesar de la violencia, el árbitro no expulsó a ninguno de los protagonistas, aunque el partido concluyó en un clima de tensión y escándalo. La escena recorrió el mundo y puso en cuestión la seguridad en este tipo de encuentros, especialmente cuando se trata de selecciones que se preparan para una cita mundialista.
Entre tanto alboroto había dos argentinos: nada menos que los técnicos de cada una de las selecciones, Gustavo Alfaro y Mauricio Pochettino, que intentaron apaciguar los ánimos de sus dirigidos ante la violencia desatada.
Alex Freeman and Paraguay's Gustavo Gómez 😯 pic.twitter.com/f5iYcfhJkn
— USMNT Only (@usmntonly) November 16, 2025
En las conferencias de prensa, el exentrenador de Boca evitó referirse a lo sucedido y prefirió enfocarse en el nivel de juego. En cambio, el ex-DT del Manchester City sí describió la escena como algo vergonzoso.
“Son momentos calientes que no deben suceder. Por suerte con Gustavo Alfaro pudimos ayudar para bajar las tensiones. No me gustó nada lo que pasó. No tenemos que permitir que se llegue a ese estado de nervios. No puedo decir mucho más porque tengo que ver bien cómo pasó y qué provocó todo el desborde general”, explicó.
Hasta el momento, la FIFA no emitió un comunicado oficial, aunque se espera que el organismo analice el informe arbitral y evalúe sanciones disciplinarias. La preocupación es doble: por un lado, el impacto en la imagen de Estados Unidos como anfitrión del próximo Mundial; por otro, el golpe para Paraguay, que busca consolidar su regreso a la máxima competencia tras 16 años.
El episodio se suma a una lista de antecedentes de violencia en partidos internacionales y podría motivar a la FIFA a endurecer protocolos de seguridad en amistosos. Lo cierto es que el escándalo dejó una marca en la preparación de ambas selecciones y abrió un debate sobre el comportamiento dentro y fuera de la cancha en la antesala de 2026.