06/12/2025 - Edición Nº1033

Internacionales

Integración

Unión Europea: qué se conmemora hoy y por qué cambió la historia del continente

18/11/2025 | La oficialización del proyecto europeo redefinió la política, la economía y la estabilidad del continente tras décadas marcadas por guerras.



Europa no siempre fue el bloque compacto, institucional y relativamente estable que se conoce hoy. Durante gran parte del siglo XX, el continente estuvo marcado por guerras, dictaduras, fronteras cerradas y economías que competían ferozmente entre sí. En ese contexto, el 18 de noviembre se convirtió en una fecha simbólica: el día en que los Estados europeos dieron un paso decisivo hacia un proyecto común que terminaría convirtiéndose en la Unión Europea.

Aquel avance fue clave porque implicó la adopción de estructuras compartidas que cambiaron la lógica política del continente. Ya no se trataba solo de cooperar en comercio o reconstrucción tras la guerra; se estaba diseñando algo nuevo: un sistema donde los países cedían parte de su soberanía para evitar repetir los errores que habían llevado a Europa a su peor desastre histórico.

Ese camino fue largo y atravesó múltiples etapas. Comenzó con acuerdos sobre carbón y acero, siguió con un mercado común y desembocó en la creación de instituciones supranacionales que empezaron a tomar decisiones vinculantes. El proceso que se conmemora este 18 de noviembre consolidó ese modelo y preparó el terreno para el momento decisivo: la firma del Tratado de Maastricht en 1992.


La firma del Tratado de Maastricht en 1992 marcó el nacimiento formal de la Unión Europea y redefinió la arquitectura política del continente.

El acuerdo definió tres pilares fundamentales

El primero fue la Unión Económica y Monetaria (UEM), que sentó las bases para crear el euro, estableció criterios estrictos de déficit y deuda pública y obligó a los países a coordinar políticas fiscales y monetarias. El segundo pilar se enfocó en la política exterior y de seguridad común, que buscó dar a Europa una voz unificada en temas internacionales. El tercero estableció nuevas competencias en justicia y asuntos interiores, ampliando la cooperación en materia migratoria, fronteriza y de seguridad.

Además, Maastricht introdujo la ciudadanía europea, una figura revolucionaria que permite a cualquier ciudadano del bloque vivir, estudiar, trabajar y votar en elecciones locales en cualquier país miembro. También fortaleció el rol del Parlamento Europeo, aumentó la influencia del Tribunal de Justicia y creó mecanismos para que las decisiones del bloque fueran más vinculantes.


El Parlamento Europeo se consolidó como una institución central tras Maastricht, con mayor poder legislativo y representación ciudadana.

El tratado también definió el camino para futuras ampliaciones, estableciendo criterios políticos y democráticos que los países aspirantes debían cumplir. Gracias a esa hoja de ruta, la UE pasó de 12 miembros en 1992 a 27 en la actualidad.

La oficialización de la Unión Europea tuvo también un impacto global. Otros bloques regionales, desde el Mercosur hasta la Unión Africana, tomaron elementos del modelo europeo para diseñar sus propios mecanismos de integración. Y aunque Europa hoy enfrenta tensiones -desde el Brexit hasta debates sobre migración, seguridad y ampliación hacia el Este- el proyecto sigue funcionando como una referencia mundial en materia de cooperación entre Estados.


La expansión de la UE hacia el Este fue posible gracias al marco institucional creado tras la oficialización del proyecto europeo.

Posiblemente esa sea la lección más vigente de todas: la Unión Europea nació para evitar que las tensiones internas de Europa volvieran a incendiar el continente. Hoy, con debates sobre ampliación, fronteras, seguridad energética y un nuevo ciclo de rivalidades globales, la fecha recuerda que la integración no fue un lujo sino una necesidad histórica. Un recordatorio de que, incluso en tiempos de incertidumbre, la cooperación sigue siendo la herramienta más poderosa para sostener la paz.