Un estudio reciente titulado “Jóvenes y Trabajo: Realidad, Expectativas y Desafíos en un Contexto de Incertidumbre” muestra un escenario laboral atravesado por contradicciones para la juventud argentina. El 76% confía en que logrará el trabajo que desea, aun cuando el mercado ofrece salarios bajos, informalidad creciente y pide experiencia sin generar las condiciones para obtenerla.

La investigación, realizada por Reyes-Filadoro y Enter Comunicación entre septiembre y noviembre de 2025, también expone brechas de género en la forma de pensar el futuro. Mientras el 41% de las mujeres señala a la educación como motor de progreso, solo el 28% de los hombres coincide; ellos ven en el emprendimiento un camino más directo hacia la estabilidad. Pese a las diferencias, un diagnóstico es común: los contactos siguen pesando más que el mérito.

El informe describe un cambio profundo: se abandonó la idea de que el sistema debe garantizar derechos laborales y se impone la supervivencia individual como estrategia. “Como el sistema no me da nada, voy a buscar mi propia manera de salir adelante”, sintetizan los autores. Aprender nuevas herramientas, trabajar freelance o apoyarse en la inteligencia artificial aparecen como respuestas recurrentes.
La relación con la tecnología es particular: el 75% no teme ser reemplazado por la IA, aunque la inquietud es mayor en mujeres (33%) que en hombres (18%). Y ante la discusión sobre un salario básico universal, predominan la duda y el recelo: el 53% expresa miedo frente a ese modelo de ingresos.
Los jóvenes valoran la flexibilidad y rechazan “vivir para trabajar”, pero la realidad económica impone límites: vivienda propia, familia y estabilidad se vuelven metas lejanas. Aunque el 79% siente que tiene más oportunidades que sus padres, solo el 49% cree estar mejor económicamente. Una generación optimista, sí, pero marcada por una alerta silenciosa frente a un futuro que promete mucho y garantiza poco.