La escena parecía la de cualquier tarde en una vereda del barrio Eva Perón, en la ciudad salteña de Embarcación: una nena de 13 años sentada en la puerta de su casa, jugando. Pero esa rutina escondía una maniobra criminal. La Justicia condenó a ocho años de prisión a la abuela de la menor, una mujer de 58 años, por utilizarla para vender droga en pequeñas dosis a los clientes que se acercaban a la vivienda.
El caso quedó al descubierto el 20 de noviembre del año pasado, cuando un allanamiento policial expuso lo que sucedía puertas adentro del inmueble. La intervención se activó tras un reporte sobre movimientos sospechosos. Al ingresar, los efectivos hallaron estupefacientes y elementos para su comercialización.
La situación de la menor quedó confirmada en ese mismo operativo. Asustada por la irrupción de la Policía, la nena arrojó al suelo un envoltorio de polietileno que contenía 29 sobres con droga. Ese gesto fue clave para acreditar su participación forzada en la maniobra.

Sin embargo, no fue la única prueba. Antes del allanamiento, los investigadores habían montado vigilancia encubierta y filmado el circuito de venta: la menor se sentaba a jugar en la vereda mientras la abuela le entregaba los envoltorios para que los tuviera a mano. Cuando llegaba un comprador, la niña realizaba el “pasamanos”, entregando los pequeños paquetes.
Durante el procedimiento se secuestró la droga y se detuvo a la acusada, quien ya tenía antecedentes previos. De inmediato intervino la Asesoría de Menores e Incapaces para garantizar la protección de la nena.
Tras un año de proceso, la jueza Asusena Margarita Vásquez, titular de la Sala II del Tribunal de Juicio de Tartagal, dictó la condena: ocho años de prisión de cumplimiento efectivo por tenencia de estupefacientes con fines de comercialización agravada por servirse de un menor de edad, además del pago de una multa.