08/12/2025 - Edición Nº1035

Entretenimiento

Cine Argentino

Gatillero, la película hecha en la Isla Maciel de la que hablan en todo el mundo

21/11/2025 | Sergio Podeley encabeza este western en el Conurbano dirigido por Cristian Tapia Marchiori, y pasó por NewsDigitales a contar cómo se hizo esta producción hoy disponible en HBO Max.



“En realidad estamos enamorados con Tapia, que es mi amigo y juntos venimos remando de antes de otros proyectos”, empezó Sergio Podeley refiriéndose al director Cristian Tapia Marchiori. Él es el protagonista de Gatillero, una película rodada íntegramente en la Isla Maciel y presentada en un único plano secuencia, que se presentó en el Bafici de este año pero que dio la vuelta al mundo y que fue hasta comparada con el cine de Guy Ritchie (Snatch) en Estados Unidos.  En su paso por el living de NewsDigitales, Podeley contó cómo fue gestándose esta historia, que nació del talento puro: “Viendo que hacíamos bien esto, la acción, salió Gatillero

La historia de Gatillero es la historia del Galgo (Podeley), un sicario que sale de la cárcel y que contactan para un trabajo que inicialmente se suponía que iba a ser para asustar a alguien pero que termina siendo una trampa que pone en juego su vida y lo poco que queda de tranquilidad en el barrio. “Lo que tiene Cristian es que es un obsesivo. La peli la maqueteó y la hizo con celulares. O sea que hay dos películas: la que vimos en el cine, que está en HBO, y la que creó con el celular”, explicó Sergio, para después subrayar: “El que ama lo que hace está benditamente condenado al éxito”.

“Toda la gente de la isla nos superbancó. Es una peli de muy bajo presupuesto y se coparon con la historia, nos apoyaron un montón”, agradeció el protagonista de Gatillero. Es que para hacer la película tuvieron que planificar coreografías de hasta 7 kilómetros de extensión en donde no solo tenían que acordarse de actuar sino también de las marcaciones espaciales para no arruinar la toma. “Todo Gatillero era para que salga todo mal y salió todo bien”, se ríe, Podeley.

¿Cómo conviven con el ruido que hay ya de por sí en el barrio? Con el apoyo de toda la Isla Maciel. De hecho, Sergio aseguró que hay momentos que los sonidos son reales, de gritos y cosas que pasaban, “porque el barrio está vivo”. Esto también implicó tener algún momento de tensión, particularmente en los ensayos previos al rodaje: “Yo iba a las corridas con un fierro en la mano y se cruzaban chabones enfierrados por ahí. Era como… ‘¡Estamos grabando amigos!’. Si él saca y tira, yo no tengo para tirar”. Pero claro, una vez que arrancó el rodaje estaba todo increíblemente controlado. 

Es fundamental para hacer una peli que el barrio te pueda acoger. Y eso sucedió. Ellos estaban muy contentos de que estemos grabando ahí. Y es un barrio también que ya vienen grabando otras pelis. Yo vengo de Okupas, el 95% del barrio me conocía. Fue muy lindo porque era llegar al set un toquecito antes para irme con toda la banda. Me iba con todo el barrio, con los chabones que curten ahí, con buena gente, ¿no? Entonces, ¿qué pasa? Cuando hay afinidad, hay corazón posta, ellos son parte también. Aunque no estén, están siendo parte porque están alentando. Muchos venían y comían con nosotros, de hecho también se le dio trabajo a mucha gente de ahí”, señaló Sergio Podeley.


Cristian Tapia Marchiori, el director de Gatillero.

“Cuando me toca contar algo así, no hay trucos, soy eso”

“Yo no sé actuar. Yo sé ser”, aseguró Sergio Podeley durante la entrevista. Y sabiendo que viene de Villa Fiorito, no podíamos no preguntarle hasta dónde llegaba la ficción y dónde empezaban las experiencias personales. “Todos con conocimiento de causa porque Cris es de pergamino, pero tuvo muchos amigos de pendejo y en su adolescencia que se hicieron chorros y la quedaron. A mí me pasó lo mismo. Yo vengo de Fiorito. Vivía en Fiorito y me iba a pescar ranas bien al centro de Fiorito. Entonces, vi mucho más de lo que tendría que haber visto de pendejo y de adolescente también. Tenía que andar enfierrado, cagándome a piñas. Lo viví todo. Entonces, Tapia que vivió cosas muy parecidas… cuando tenemos que contar sabemos el código”, explicó.

Claro, ese “conocimiento de causa” también fue el que lo persiguió durante años. Especialmente después de Okupas. “A mí el medio, medio que me cagó a cachetazos. Pensaban que yo era chorro, que yo era merquero, que yo tomaba y nunca en mi vida probé ni un cigarrillo, ni un faso, porque era lo único que teníamos prohibido con mi hermano y con mi hermana. Porque en la esquina de mi casa pasaba todo. Entonces, gracias a mis viejos que nos pudieron educar para que eso no suceda. Mis amigos quedaron por ahí muchos, muchos me invitaban a robar y yo no lo hacía. O venían enfierrados a robar y yo arrancaba a las piñas. Todo lo vivido me hizo un flaco hipersensible, hiperempático, entonces la hipersensibilidad me dio el don de poder trasladarlo a mi profesión. Cuando me toca contar algo así, no hay trucos. Simplemente soy eso, contó.


El Mulo (Podeley) y el Negro Pablo (Dante Mastropierro), dos personajes memorables de Okupas.

Las tensiones del barrio las vivió desde chico. Según reveló, su padre estaba armado porque “alguien tenía que salir a poner el pecho”, mientras que era su mamá la que “tenía la cuota de darnos el amor que podía darnos”. Podeley aseguró que vivió todo: “Vi mucha muerte. Mucha muerte. Mucha pobreza. Y lo padecí mucho tiempo. Y lo digo con mucho amor también, porque está bueno decirlo, yo viví años en depresión. Tres intentos de suicidio. Incluso fue hasta el año pasado, hasta mis 44 años, viviendo infeliz, porque yo estaba roto. Imaginate, todo lo vivido muy difícil. Un flaquito que de pendejo empieza a leer y a tratar de estudiar… me iba a un ciber para estudiar. Entonces, ¿qué pasa? Yo vivía en un ambiente hostil de mierda, queriendo ser más inteligente, salir de ahí. Entonces, leía. Entonces, mi cerebro empieza a crecer y cada vez me hacía más ruido todo eso. Yo arrancaba contra cuatro, cinco y me rompían todo. Y yo rompía. Era horrible, porque era un pibe bueno, tener que hacerlo por los míos también. Lo que mi viejo hacía enfierrado yo lo hacía a las manos”.

La salida para el protagonista de Gatillero fue espiritual: “Tuve un despertar espiritual en la noche más oscura del alma. Después de mucho leer y mucho instruirme, me llevó como a otros niveles de conciencia. Yo pedí un maestro y me terminé convirtiendo en mi propio maestro. Fue como un salto cuántico, así de casi suicidarme… me vi 2 segundos muertos y reaccioné. Y me voy al carajo con esto… entendí la Matrix, entendí la dualidad en el mundo. Para mí esto ya es un juego. Es un juego. Y ahora que lo entendí, voy a jugarlo”.

En este sentido, lo que también tiene claro es que no comparte para nada la visión romantizada que hay de la pobreza en algunas ficciones. “Cuando hablan de la romantización de la pobreza es porque no entienden un carajo, porque no la pasaron, porque no la vivieron. En todos los barrios existen recontra narcos y también existe la gente buena… Lo que pasa es que hay cuentos que se tienen que contar, y unos saben contar eso, otros saben contar otra cosa y simplemente lo cuentan”, aseguró.