El desembarco de Manuel Adorni en la Jefatura de Gabinete no trajo orden, sino guerra interna. El vocero devenido en ministro filtró a varios medios que auditará a sus pares, como si su rol fuera controlar y señalar culpables, y no coordinar una gestión que ya cruje.
El mensaje incluyó una aclaración que incendió aún más los ánimos: Patricia Bullrich queda fuera de los controles porque “tiene todo ordenado”. Un blindaje político que desnuda la puja por el poder dentro del mileísmo y la centralidad del ala bullrichista en Seguridad.
“Con ir a laburar alcanza”, se escuchó en el entorno de un ministro, donde aseguran que Adorni está más preocupado por su presencia mediática y por “ostentar” que por resolver los problemas urgentes. En despachos clave ya lo ven como alguien “sobregirado” gracias al apoyo de Karina Milei.
La primera reunión formal con el gabinete será el miércoles y se prevén caras largas. La lupa interna llega en un momento donde el Gobierno necesita cohesión y resultados, no un show interno que exponga fragilidades y rivalidades a cielo abierto.
El futuro político de Adorni también enoja: en el oficialismo ya se habla de él como candidato para la Ciudad de Buenos Aires en 2027, una jugada que ya llegó a oídos de los Macri. Mientras tanto, puertas adentro, la pregunta se repite: ¿quién audita al auditor?