El Papa León XIV realizó este domingo un llamado contundente para exigir la liberación de los 315 estudiantes y docentes secuestrados durante el violento asalto a una escuela del estado de Kaduna, en el norte de Nigeria. Desde Roma, el pontífice expresó su “profunda preocupación” por la seguridad de los menores y pidió que las autoridades actúen con rapidez para evitar que el hecho derive en una tragedia aún mayor.
El secuestro ocurrió cuando un grupo armado irrumpió en la escuela St. Mary’s, en horas de la mañana y obligó a los alumnos a abandonar las aulas. Los atacantes, fuertemente armados, se desplazaron hacia una zona boscosa donde mantienen cautivas a las víctimas. Las autoridades locales informaron que continúan las operaciones de búsqueda, aunque las dificultades geográficas y la presencia de distintas bandas criminales complican los avances. Este secuestro forma parte de una cadena de incursiones similares registradas en los últimos días, lo que incluso llevó al gobierno nigeriano a cerrar 47 escuelas por motivos de seguridad.
Autoridades religiosas locales confirmaron que alrededor de 50 alumnos consiguieron escapar en las horas posteriores al secuestro, tras huir de la zona boscosa a la que fueron llevados por los atacantes. Algunos regresaron por sus propios medios y otros fueron encontrados por habitantes de comunidades cercanas. Aunque esta es una noticia alentadora para varias familias, más de doscientos estudiantes y docentes siguen desaparecidos, lo que mantiene la preocupación por la magnitud del episodio y por las condiciones en las que permanecen los cautivos.
El mensaje del pontífice llega a días de emprender su primer viaje internacional, una gira que incluirá encuentros con líderes europeos y religiosos donde planea reforzar su agenda humanitaria. Desde su elección, León XIV ha buscado posicionarse como un mediador activo en crisis globales y, según analistas, su llamado sobre Nigeria pretende instalar el tema en el debate internacional antes de iniciar su recorrido oficial. El Vaticano observa con especial preocupación el crecimiento de la violencia armada en el Sahel y su impacto en millones de niños que ven interrumpida su educación, una problemática que el Papa planea abordar durante su gira.
Nigeria enfrenta desde hace más de una década una ola persistente de secuestros masivos cometidos por grupos criminales y organizaciones extremistas que operan principalmente en el norte. Muchas de estas bandas surgieron inicialmente como movimientos rebeldes locales, pero con el tiempo consolidaron un negocio millonario basado en el cobro de rescates, lo que convirtió a los estudiantes en blancos frecuentes.

El caso más recordado a nivel internacional ocurrió en 2014, cuando más de 250 alumnas fueron raptadas en la localidad de Chibok, lo que desencadenó campañas globales y presionó al gobierno nigeriano a reforzar sus políticas de seguridad. Sin embargo, los ataques continuaron en estados como Zamfara, Katsina y Kaduna, donde operan grupos que aprovechan la débil presencia estatal y las disputas territoriales.
En su mensaje, el Papa instó a las autoridades nigerianas a garantizar la integridad de los estudiantes y fortalecer la seguridad en las zonas rurales, donde las escuelas suelen quedar expuestas a incursiones armadas. También pidió acompañamiento para las familias, muchas de las cuales denuncian que los secuestros se repiten sin respuestas efectivas y generan un clima de miedo permanente.
Organizaciones humanitarias recordaron que estos ataques no solo vulneran derechos básicos, sino que también profundizan la crisis educativa: en amplias regiones del norte, miles de niños ya no asisten a clases por temor a nuevos episodios de violencia. La situación alarma tanto a referentes religiosos como a dirigentes políticos europeos y africanos, que observan con preocupación el deterioro de la seguridad en el Sahel y su impacto en la estabilidad regional.

Mientras tanto, la comunidad internacional espera novedades sobre la operación de rescate. Las familias mantienen vigilias fuera de la escuela y reclaman que los menores regresen a salvo. El pedido del pontífice, dicen, renueva la presión global para que Nigeria encuentre una salida inmediata a uno de los secuestros más graves del año.