El gobernador Axel Kicillof entra en una semana decisiva para aprobar el Presupuesto 2026, la Ley Impositiva y un amplio paquete de Financiamiento que definirá el margen de acción fiscal del próximo año. El oficialismo quiere votar las tres leyes el miércoles 26 de noviembre, pero la negociación para cerrar los números todavía sigue abierta y con focos de conflicto internos.
El punto más sensible del paquete es el pedido para tomar deuda por 3.034 millones de dólares, que requiere dos tercios de los votos. Sin esa aprobación, la provincia enfrentaría dificultades para cubrir vencimientos en marzo y septiembre, además de comprometer los fondos destinados a los 135 municipios, muchos de ellos al límite para poder pagar sueldos y aguinaldos en diciembre.
Paradójicamente, las conversaciones parecen fluir mejor con la oposición que con el kirchnerismo duro. La relación con los legisladores referenciados en Máximo Kirchner sigue deteriorada tras el revés electoral del 26 de octubre, y no está claro si acompañarán los proyectos. En la Gobernación admiten que la interna peronista es hoy el principal obstáculo para conseguir los votos clave.
Como gesto político hacia intendentes propios y ajenos, Kicillof garantizó recursos para los municipios dentro del Fondo de Fortalecimiento Municipal, incluido dentro del pedido de endeudamiento. Según fuentes cercanas al gobernador, el fondo estaría asegurado incluso si la Legislatura no aprueba la deuda, aunque el proyecto establece que se nutrirá del 8% de lo que la provincia logre colocar.
El esquema de financiamiento suma dos autorizaciones por 1.045 millones de dólares y 1.990 millones de dólares, además de letras por 250 millones, y endeudamiento para Centrales de la Costa y AUBASA. La magnitud del paquete expone la fragilidad fiscal bonaerense y, al mismo tiempo, la fragilidad política del oficialismo: un gobernador que necesita acuerdos amplios en un peronismo que hoy no logra alinearse ni siquiera en su propio territorio.