por Fede Carestía
La controversia sobre la elegibilidad de las películas de Netflix en los Premios Oscar ha vuelto a encenderse tras las recientes declaraciones de James Cameron, el director detrás de éxitos como Titanic y Avatar. Cameron ha expresado abiertamente su desacuerdo con la estrategia de la plataforma de streaming, argumentando que sus producciones no deberían competir por la estatuilla de Mejor Película a menos que se comprometan con un estreno cinematográfico sustancial y genuino. Para el director, el cine debe ser fundamentalmente "hecho para la gran pantalla", y el simple cumplimiento de las reglas mínimas para calificar al Oscar no es suficiente.
Cameron fue especialmente crítico con la táctica de Netflix de lanzar sus películas en un número reducido de salas durante un periodo muy breve (apenas una semana o diez días), lo que considera una práctica engañosa para conseguir nominaciones. En una conversación citada por The Town, el cineasta lanzó una crítica directa, calificando estas prácticas como un "cebo para incautos" y sosteniendo que usurpar el modelo de exhibición tradicional solo para obtener premios es "fundamentalmente podrido de raíz". El director cree que los Oscar solo tienen sentido si premian películas "que de verdad sean pensadas y lanzadas para salas de cine".
La postura de Cameron es inequívoca respecto a la participación de la plataforma: las películas de Netflix solo deberían ser elegibles "si estrenan la película en 2.000 salas durante un mes". Según su visión, el modelo de estreno actual de la compañía, que prioriza la distribución inmediata en el hogar, atenta contra el propósito del galardón y disminuye el valor de la experiencia cinematográfica compartida.
Mientras tanto, la dirigencia de Netflix ha defendido públicamente su estrategia. El CEO de la compañía, Ted Sarandos, ha llegado a afirmar que el cine en salas es una "idea obsoleta" y que Netflix "está salvando a Hollywood".