El gobierno británico reactivó el proyecto para ampliar el aeropuerto de Heathrow, el mayor hub aéreo del país y uno de los más transitados del mundo. La iniciativa incluye construir una tercera pista y rediseñar parte de la infraestructura que rodea la terminal, en lo que sería la obra aeroportuaria más costosa jamás realizada en el Reino Unido.
La apuesta llega en un momento clave: Heathrow opera prácticamente al límite de su capacidad y compite con otros grandes aeropuertos europeos que ya cuentan con más pistas y más posibilidades de crecimiento. Para Londres, mantener su posición como centro global de conexiones aéreas es fundamental para la economía, el turismo y la llegada de inversiones.
Hoy el aeropuerto funciona casi al 99% de su capacidad diaria. Esto significa menos margen para sumar vuelos, absorber picos de demanda o atraer nuevas rutas internacionales. Mientras tanto, otros aeropuertos de Europa, como París, Frankfurt o Ámsterdam, operan con cuatro, cinco o hasta seis pistas, lo que les permite crecer más rápido y ofrecer mayor flexibilidad.
Las autoridades británicas consideran que una tercera pista permitirá aumentar la cantidad de vuelos, reducir retrasos y fortalecer la conectividad global del país, especialmente en un escenario de competencia internacional cada vez más intensa.
El proyecto no es nuevo. Desde 2009 se discute la ampliación de Heathrow, pero cambios de gobierno, disputas políticas y reclamos ambientales lo frenaron en varias ocasiones. En distintos momentos se evaluó incluso construir un nuevo aeropuerto en otra zona de Londres, pero finalmente se decidió impulsar la expansión del actual.
La pandemia volvió a frenar todo, pero el fuerte repunte del tráfico aéreo en los últimos años devolvió urgencia al plan. Hoy el objetivo es obtener todas las autorizaciones legales hacia 2029 y tener la pista operativa alrededor de 2035.

Aunque el gobierno británico respalda la expansión, la obra enfrenta varios desafíos importantes:
Una nueva pista implica más aviones, más ruido y más emisiones. Las localidades cercanas al aeropuerto ya habían manifestado preocupaciones, y el Reino Unido tiene compromisos estrictos para avanzar hacia la neutralidad de carbono. Esto obliga a que la obra se justifique dentro de un plan ambiental sólido y con medidas concretas de mitigación.
El proyecto se financiará con capital privado y supone decenas de miles de millones de libras entre la pista, la ampliación de terminales y el desvío de infraestructuras clave. Una de las zonas más complejas es la autopista M25, que rodea Londres: habría que desviarla y construir túneles, lo que incrementa la dificultad técnica y los costos. Las aerolíneas temen que, si suben las tarifas aeroportuarias para cubrir la inversión, el costo final recaiga sobre los pasajeros.

El Reino Unido enfrenta escasez de trabajadores especializados en el sector de la construcción, justo cuando varios megaproyectos buscan iniciar obras en simultáneo. La magnitud de la ampliación exige coordinar miles de profesionales y maquinaria pesada en una de las zonas más congestionadas del país.
Antes de comenzar, Heathrow necesita atravesar un proceso legal complejo, consultas públicas y revisiones de impacto ambiental. El gobierno también debe actualizar la política nacional sobre aeropuertos para permitir oficialmente nuevas expansiones. Estos pasos podrían llevar años y retrasar el proyecto.

Si la obra avanza, Heathrow podría sumar más vuelos diarios, más destinos y mejores conexiones. En teoría, esto reduciría demoras y permitiría precios más competitivos. A nivel económico, Londres busca mantener su atractivo como punto estratégico para empresas, inversores y turistas. La tercera pista no sólo es una obra de infraestructura: es una pieza central de la estrategia para sostener el rol del Reino Unido como puerta de entrada a Europa tras el Brexit.
El proyecto de Heathrow es ambicioso y controvertido. Quienes lo apoyan ven una oportunidad histórica para modernizar el transporte británico. Quienes lo critican creen que el país debería priorizar alternativas más sostenibles antes de expandir uno de los aeropuertos más transitados del planeta. Lo cierto es que el desafío no será sólo construir una pista adicional, sino demostrar que puede hacerse de manera responsable, eficiente y alineada con el futuro energético y climático del país.