El Gobierno argentino autorizó a China Eastern Airlines a operar vuelos regulares hacia el país, un paso que no solo habilita la llegada de una de las aerolíneas más grandes del gigante asiático, sino que también inaugura el que será el tramo comercial más largo del mundo: Buenos Aires–Shanghái, con 25 horas de duración y una escala técnica en Auckland, Nueva Zelanda.
La medida quedó formalizada mediante la Disposición 42/2025, firmada por el subsecretario de Transporte Aéreo, Hernán Adrián Gómez, y publicada este miércoles en el Boletín Oficial.
La empresa comenzará a volar desde el 4 de diciembre con dos frecuencias semanales, en el marco de los acuerdos bilaterales vigentes y tras acreditar todos los requisitos legales y administrativos.
Aunque contempla una parada en Auckland, el vuelo será considerado “directo” porque los pasajeros no cambiarán de avión ni de asiento. Los pasajes ya se comercializan a valores que parten de los USD 1.746 y pueden ascender a USD 1.983 según disponibilidad.
La llegada de China Eastern marca además el regreso de una aerolínea asiática a la Argentina después de una década, tras la retirada de Malaysia Airlines. Para Ezeiza, implica preparativos específicos, especialmente por el crecimiento sostenido del turismo chino, que ha convertido al país en un destino atractivo por sus parques nacionales, circuitos patagónicos y cruceros a la Antártida, donde más del 15% de los pasajeros ya son de origen chino.
La flamante autorización se inscribe en una historia marcada por intentos intermitentes de unir Sudamérica con Asia mediante vuelos comerciales. A diferencia de otras regiones, la conexión directa entre Argentina y los países asiáticos ha sido escasa y técnicamente compleja.
En los años 80 y 90, algunas aerolíneas ensayaron rutas que unían Buenos Aires con ciudades como Seúl o Tokio, pero siempre con escalas extensas en Estados Unidos, Canadá o México. Los vuelos requerían autorizaciones bilaterales más rígidas y dependían de aviones con menor autonomía que los actuales.
Uno de los hitos más recordados fue el ingreso de Malaysia Airlines, que operó hasta mediados de la década de 2010 la ruta Kuala Lumpur–Ciudad del Cabo–Buenos Aires, una conexión valorada por viajeros de ambos continentes pero insuficiente para sostenerse comercialmente. Tras su salida, la presencia asiática en el mercado argentino quedó reducida a acuerdos de código compartido, como el que hoy mantiene China Eastern junto a Aerolíneas Argentinas en el tramo Madrid–Shanghái.
El avance tecnológico en las aeronaves de largo alcance y el crecimiento del turismo chino cambiaron el panorama. En los últimos años, compañías de Medio Oriente -como Qatar Airways, Emirates o Turkish Airlines- ocuparon parte del vacío conectando Argentina con Asia mediante sus hubs, pero ninguna había retomado hasta ahora un vuelo operado directamente por una aerolínea del Lejano Oriente.
Para China Eastern, la nueva operación busca consolidar un corredor de cooperación entre Asia y Sudamérica, aprovechando la exención de visa de tránsito en Nueva Zelanda y fortaleciendo los lazos comerciales entre Shanghái y Buenos Aires. Para la Argentina, significa sumar un actor clave en un mercado de alto crecimiento y reforzar una conectividad que históricamente fue escasa o directamente inexistente.
Con este anuncio, el país recupera un eslabón perdido de su red aérea internacional y, por primera vez, estrena un vuelo de ultra larga distancia que coloca a Buenos Aires en un mapa donde hasta ahora no figuraba: el de las rutas más extensas del planeta.