En la cúpula de la CGT las alertas ya están encendidas. Aunque desde la Casa Rosada deslizan que podría abrirse una instancia de diálogo sobre la reforma laboral, en la central obrera preocupa que el llamado formal no llegue y que el Ejecutivo mantenga sin cambios los puntos más duros impulsados por Federico Sturzenegger, un paquete que, según evalúan, apunta al corazón del poder sindical.
La tensión se incrementó luego de un encuentro reservado entre dos referentes cegetistas y el ministro del Interior, Diego Santilli, tras un breve cruce en la conferencia de la Unión Industrial Argentina (UIA). Allí, el funcionario aseguró que existe voluntad política para abrir una mesa “real” de negociación. En paralelo, el asesor presidencial Santiago Caputo transmitió un mensaje similar a Gerardo Martínez, quien en la última reunión del Consejo de Mayo elevó el tono y planteó que el país necesita “un modelo de desarrollo, crecimiento y producción”, un reclamo directo al Ejecutivo.
En la CGT consideran que el margen para acordar es mínimo y que diciembre podría volverse un mes explosivo. No solo por los cambios laborales que impulsa el Gobierno, sino por la situación crítica de decenas de empresas. El cotitular de la central, Cristian Jerónimo, dio una cifra que sacudió a todos: “En lo que va del año se perdieron 276.000 puestos de trabajo y cerraron 20.000 pymes”.
Jerónimo y su par Jorge Sola mantuvieron una reunión con representantes de la CGERA y la CAME, quienes llevaron un panorama aún más sombrío. Advirtieron que muchas pymes no podrán pagar sueldos ni aguinaldos en las próximas semanas, producto de la recesión, el derrumbe del consumo y una presión impositiva que no cede. Ante ese diagnóstico, la CGT decidió involucrarse en cada conflicto donde haya riesgo de cierres o despidos.
Uno de los casos que más inquieta es el de la fábrica de cerámicas ILVA, donde 300 trabajadores mantienen un acampe desde hace más de 80 días. La visita de Jerónimo permitió abrir un canal de diálogo con los dueños, que hasta entonces se negaban a recibirlos. Situaciones similares se dan en empresas como Essen, que despidió a más de 30 empleados, y la planta de Whirlpool, que cerró de un día para otro dejando a 220 personas sin trabajo. Para la central obrera, estos episodios podrían multiplicarse en las próximas semanas.
Con este contexto, la CGT convocará a su Consejo Directivo dentro de quince días para evaluar el clima económico y el avance de la reforma laboral. Si el Gobierno no formaliza la invitación al diálogo y los conflictos fabriles se profundizan, no descartan definir una medida de fuerza. La presión aumentó tras el anuncio de que el Gobierno adelantará al 9 de diciembre la presentación de la reforma del Consejo de Mayo, acortando aún más los tiempos. La conducción sindical considera que la decisión final quedará en manos de Javier Milei y Karina Milei, quienes deberán elegir entre el enfoque dialoguista que promueven Santilli, Caputo, Julio Cordero y los hermanos Menem, o la línea dura que impulsa Sturzenegger.
Mientras tanto, el movimiento obrero ultima una contrapropuesta de reforma laboral, elaborada por diputados sindicales y abogados especializados. Aunque algunos dirigentes mantienen una esperanza mínima de encaminar la discusión, admiten que la cuenta regresiva corre rápido. Si no aparece un gesto desde Balcarce 50, temen que diciembre quede dominado por la conflictividad social y gremial.
GZ