06/12/2025 - Edición Nº1033

Internacionales

Acuerdo antártico

Por qué la Antártida es hoy un laboratorio global gracias a un pacto de 1959

01/12/2025 | La firma de 1959 marcó el inicio de un modelo internacional sin precedentes que convirtió al continente austral en un espacio cooperativo.



El 1 de diciembre de 1959, doce países alcanzaron en Washington un consenso que parecía imposible para la época. En medio de la Guerra Fría, cuando la competencia militar y científica marcaba el pulso global, esas naciones decidieron establecer un principio inédito: destinar la Antártida a la paz y a la investigación. Así nació el Tratado Antártico, un documento fundacional que transformó por completo la gobernanza del continente austral.

El acuerdo entró en vigor en 1961 y fijó reglas claras. Prohibió actividades militares, vetó cualquier ensayo nuclear y congeló los reclamos territoriales. Esto evitó que la Antártida se convirtiera en un nuevo escenario de confrontación y permitió que la comunidad internacional impulsara la cooperación científica como eje central de su administración.

Desde entonces, el continente blanco se convirtió en el mayor laboratorio natural del planeta. Más de setenta estaciones permanentes y temporarias operan cada año, generando información vital sobre glaciología, biodiversidad, meteorología, océanos, radiación y dinámica atmosférica. Muchas de estas investigaciones son la base de los modelos climáticos contemporáneos y permiten comprender fenómenos como el aumento del nivel del mar, el retroceso de los hielos o la acidificación del océano Antártico.

El tratado también sentó las bases del Sistema del Tratado Antártico, una estructura que hoy reúne a más de cincuenta estados. A medida que nuevos países se sumaron como miembros consultivos o adherentes, el continente se consolidó como un territorio administrado por consenso, donde la ciencia es el principal criterio para tomar decisiones colectivas.


Las bases científicas de distintos países convierten al continente en un laboratorio global dedicado a la investigación.

Sin embargo, la Antártida enfrenta desafíos que no existían en 1959. El calentamiento global provoca cambios acelerados en las plataformas de hielo y en la circulación oceánica, con impacto directo en regiones lejanas. Además, crece el interés estratégico por las potenciales rutas marítimas, la bioprospección y la presencia logística. Aunque la explotación minera comercial está prohibida desde 1991 por el Protocolo de Madrid, el aumento de la demanda mundial de recursos energéticos y tecnológicos alimenta discusiones sobre el futuro de la región.

A mediano plazo, los países deberán revisar aspectos centrales del sistema antártico. El Protocolo de Madrid habilita su posible modificación a partir de 2048, lo que abre interrogantes sobre la capacidad de la comunidad internacional para mantener el equilibrio entre preservación ambiental, investigación científica y estabilidad geopolítica. En un escenario global cada vez más tensionado, el modelo de cooperación que nació en 1959 afrontará una prueba crucial.


El retroceso del hielo antártico es uno de los indicadores más sensibles del calentamiento del planeta.

Nuevos hallazgos: biodiversidad que sorprende incluso a la ciencia

En los últimos meses, varias expediciones internacionales reportaron el hallazgo de especies marinas nunca registradas en zonas profundas de la Antártida. Entre ellas se identificaron corales blandos, esponjas de estructuras inusuales, crustáceos adaptados a la oscuridad total y peces translúcidos con características anatómicas desconocidas.

Estos descubrimientos confirman que el continente austral es mucho más que un desierto helado y que aún conserva ecosistemas ocultos cuya complejidad desafía a la biología actual. Para los investigadores, estos registros refuerzan la necesidad de sostener la cooperación científica y la protección ambiental establecida por el tratado original, ya que cualquier alteración del océano Antártico podría afectar especies que recién comienzan a comprenderse.


Nuevas especies registradas por expediciones recientes en aguas profundas de la Antártida, un recordatorio de que el continente todavía alberga ecosistemas poco explorados y una biodiversidad que la ciencia recién comienza a comprender.

Para los expertos, el aniversario del tratado no solo recuerda un acuerdo histórico. También invita a observar cómo un documento firmado hace seis décadas continúa siendo la base de un proyecto colectivo que influye en la política global, en la ciencia climática y en la manera en que los estados entienden la protección de los ecosistemas más frágiles del planeta.