El 2 de diciembre se conmemora el Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud, una fecha que recuerda que, aunque la palabra “esclavitud” suene a pasado remoto, sus formas modernas siguen respirando en silencio: trata de personas, trabajo forzoso, explotación infantil y servidumbres disfrazadas de oportunidades. La jornada apunta a mantener encendida la alarma global frente a un delito que no desapareció, sino que mutó.
El origen de esta efeméride se remonta a 1949, cuando la Asamblea General de la ONU aprobó el Convenio para la Represión de la Trata de Personas y de la Explotación de la Prostitución Ajena. Ese instrumento fue un punto de quiebre: por primera vez, el sistema internacional asumía que la esclavitud no era solo un problema jurídico del siglo XIX, sino una práctica aberrante que el mundo contemporáneo no conseguía erradicar. Con el tiempo, la ONU amplió su definición para abarcar el trabajo forzado, la servidumbre por deudas y la explotación laboral y sexual.

La historia del abolicionismo tiene rostros concretos. En el siglo XIX, figuras como Frederick Douglass, un esclavo emancipado convertido en intelectual y activista, o Harriet Tubman, estratega clave del ferrocarril clandestino en Estados Unidos, ayudaron a romper el statu quo con una mezcla de coraje y terquedad. En América Latina, se destacan voces como la de José Simeón Cañas, impulsor de la abolición en Centroamérica, y la de líderes afrodescendientes que, pese a la invisibilización histórica, empujaron los procesos que terminaron liberando a millones.
La importancia actual de esta fecha está respaldada por datos incómodos: organismos internacionales estiman que más de 50 millones de personas viven hoy bajo alguna forma de esclavitud moderna. Lejos de ser un anacronismo, es un negocio internacional que mueve miles de millones y que se nutre de la desigualdad, la migración precaria y la falta de marcos laborales robustos. La efeméride sirve como recordatorio de que la explotación cambia de forma, pero no de lógica.
🗓️ Hoy, Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud, queremos recordar que la esclavitud moderna abarca en la actualidad prácticas como el trabajo forzoso.
— ITSS - Inspeccion de Trabajo y Seguridad Social (@ITSS_INSPECCION) December 2, 2025
🎯 La ITSS tiene entre sus compromisos prioritarios la lucha contra el trabajo forzoso.👇 pic.twitter.com/L6w5LfSrv7
Desde la perspectiva argentina, la trata y el trabajo forzoso han sido temas que en las últimas décadas salieron del margen y entraron en agenda pública. La derogación definitiva de normas heredadas, el impulso de leyes como la Ley 26.364 de prevención y sanción de la trata, y la visibilización de casos emblemáticos -como el de Marita Verón, que terminó impulsando políticas nacionales- marcaron un antes y un después. Argentina también carga con una historia propia de esclavitud colonial que recién ahora empieza a estudiarse con más profundidad, incluyendo el rol y la presencia afrodescendiente que la narrativa oficial borró durante siglos.
▶️El 3 de abril de 2002, en San Miguel de Tucumán, la joven Marita Verón era secuestrada por una red de prostitución dando origen a una búsqueda desesperada de una madre y a uno de los bochornos policiales y judiciales más vergonzosos de la historia argentina. María de los pic.twitter.com/s4UBxGifim
— Angelilla Jolines (@AJolines) April 8, 2024