Morón dejó una postal inquietante en las últimas horas: pintadas anónimas contra el intendente Lucas Ghi aparecieron en la puerta del municipio y en distintos puntos del centro, en un operativo rápido y silencioso.
Según testigos y registros de cámaras de seguridad, los autores actuaron encapuchados y de manera coordinada, lo que reforzó el impacto político del episodio y encendió alarmas en el oficialismo local.
Las consignas apuntaban de forma directa a Ghi y fueron interpretadas como un mensaje en un momento de fuerte reacomodamiento interno en el peronismo de Morón, donde el intendente se alineó con el espacio Movimiento Derecho a Futuro, de Axel Kicillof, mientras que su ex socio político, Martín Sabbatella, continúa referenciado en el sector más cercano a Cristina Kirchner.

El episodio no se leyó como un hecho aislado. Desde hace semanas, Morón vive un clima político cargado, con tensiones crecientes entre el kicillofismo municipal que encabeza Ghi y el sabbatellismo, que históricamente dominó la estructura política del distrito.
El intendente inició un profundo reordenamiento del gabinete tras las elecciones generales, un movimiento que buscó rodearse de dirigentes de su máxima confianza y que derivó en la salida de varios funcionarios vinculados a Sabbatella.
A ese recambio se sumó el resultado de auditorías internas que detectaron alrededor de 500 contratos sin función, lo que llevó a darlos de baja y profundizó la ruptura con el sector sabbatellista.
Para muchos dirigentes locales, la sucesión de medidas significó un quiebre definitivo entre Ghi y un espacio que durante años conservó un peso determinante en la política territorial del distrito.
El conflicto excede las fronteras de Morón y repercute en la interna del peronismo bonaerense. La primera sección electoral —clave para cualquier armado provincial— se volvió escenario de una disputa entre el proyecto político de Axel Kicillof y las estructuras referenciadas en Cristina Kirchner y Máximo Kirchner.
En ese mapa, Ghi aparece cada vez más alineado al kicillofismo, mientras el sabbatellismo intenta sostener su influencia en un distrito donde la fractura se volvió inocultable. Las pintadas anónimas, realizadas por encapuchados, se inscriben así en una trama de tensiones más profundas, en un peronismo local que atraviesa uno de sus momentos más críticos.