Victoria Villarruel volvió a mover el tablero puertas adentro de La Libertad Avanza. En un gesto que no pasó inadvertido para el oficialismo, la vicepresidenta encabezó en el Senado un encuentro “anticuarentena” rodeada de figuras libertarias que hoy se encuentran enfrentadas al presidente Javier Milei, y que vienen marcando públicamente su rechazo al rumbo del Gobierno.
En el salón estuvieron Eduardo Prestofelippo (“El Presto”) y Emanuel “Danann” Gorostiaga, dos militantes fundacionales del ecosistema libertario que acompañaron a Milei en su irrupción inicial, pero que luego quedaron desplazados del armado y se transformaron en voces críticas de la actual gestión. También participó Mario “Pato” Russo, exconsultor del Presidente durante 2021, hoy igualmente alejado de la estructura libertaria.
La foto, cuidadosamente construida, mostró a Villarruel abrazando al liberalismo disidente que exige “volver a las bases” y que cuestiona la conducción presidencial. Un movimiento que, para muchos en el Gobierno, funciona como una señal de autonomía política de la propia vicepresidenta.
“Cinco años de la pandemia y la cuarentena que nos violó los derechos humanos. Es hora de hablar, de hacer y de no repetir lo que intentó arrancarnos la libertad”, publicó Villarruel tras el evento, agradeciendo explícitamente a Pablo Davoli, Gorostiaga y Russo, y reforzando un mensaje que buscó identidad más que protocolo.
En su discurso de cierre, redobló la apuesta. Volvió a calificar el confinamiento como una decisión “insensible” y acusó de “cómplices” no solo a la gestión anterior, sino también a quienes, desde la oposición, el periodismo, los infectólogos y las empresas del sector salud, validaron las restricciones. “Se arrogaron el derecho de decidir cómo debíamos vivir y cómo debíamos morir”, disparó.
El encuentro terminó de cristalizar algo que en el oficialismo observan con atención: mientras Milei concentra poder y ordena su tropa en el Congreso, Villarruel consolida un eje político propio, dialoga con sectores críticos del Presidente y se muestra cómoda en un liberalismo contestatario que hoy no tiene lugar en la Casa Rosada.
Una señal que profundiza las tensiones internas y expone que, dentro del universo libertario, no todos responden al mismo liderazgo.