Guimarães, considerada la “cuna de Portugal” por su papel en el nacimiento del país y su notable patrimonio medieval, es una de las ciudades históricas más emblemáticas del norte portugués. Declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO, combina castillos del siglo XI, plazas medievales y monumentos que narran la formación del reino. En este escenario se alza la Cruz de San Lázaro, también conocida como Padrão de D. João I, un símbolo local que apareció derrumbado en 2024 y cuya restauración aún no tiene fecha confirmada.
La estructura está vinculada a uno de los momentos fundacionales de la historia portuguesa. Fue levantada para celebrar la entrada triunfal del rey João I en la ciudad tras la victoria en la Batalla de Aljubarrota, un episodio clave en la consolidación de la independencia frente a Castilla. Con el paso de los siglos, el padrón se convirtió en parte del paisaje simbólico de Guimarães, considerada la cuna del país y protegida como sitio de gran valor cultural.

El desplome de la cruz generó una fuerte repercusión nacional e internacional. En redes sociales circularon versiones que atribuían el hecho a un ataque cometido por inmigrantes, pero esta hipótesis no fue respaldada por ninguna autoridad. Los investigadores no encontraron pruebas que vinculen a grupos específicos y siguen trabajando sobre varias líneas posibles, entre ellas un acto de vandalismo aislado o incluso un accidente debido al desgaste estructural.
Tras el episodio, las piezas de piedra fueron resguardadas por el municipio para facilitar una eventual reconstrucción. En 2025 se firmó un acuerdo entre la Cámara Municipal de Guimarães, el Instituto del Patrimonio Cultural y una fundación dedicada a la conservación histórica con el objetivo de coordinar recursos técnicos y financieros. Aun así, el proceso avanza con cautela debido a los protocolos que rigen la intervención en monumentos nacionales, donde cada paso exige análisis arqueológicos, estudios de materiales y aprobación de especialistas.
La falta de avances visibles mantiene viva la preocupación local. Guimarães recibe miles de visitantes cada año atraídos por su arquitectura medieval y su rol como primer centro político del reino. La pérdida temporal de una de sus referencias históricas reabrió discusiones sobre la preservación del patrimonio portugués, especialmente en zonas donde la exposición al clima y el turismo masivo aceleran el deterioro de estructuras centenarias.

Por ahora, la Cruz de San Lázaro sigue sin fecha de reinstalación. Las autoridades aseguran que el objetivo es devolverle su forma original, pero no arriesgan un cronograma hasta finalizar todos los estudios técnicos. Mientras tanto, el monumento continúa siendo un recordatorio tanto de la fragilidad del legado histórico como de la importancia de la protección y la restauración patrimonial en Portugal.