El oficialismo porteño logró finalmente encarrilar la interna que lo tenía a los tironeos desde hace meses y que complicaba el inicio del armado político de cara al 2026. En un contexto donde la gestión necesita respaldo legislativo y el avance libertario suma presión, Jorge Macri dio un paso decisivo: delegó el control de la Legislatura en Daniel Angelici, un operador con peso propio que vuelve a tomar protagonismo tras un tiempo alejado del centro de la escena.
El movimiento no fue menor. Para reforzar el esquema, Angelici impulsó la llegada de Christian Gribaudo -su hombre de confianza- a la Secretaría Administrativa del parlamento. Gribaudo, que dejará su banca en el Senado bonaerense, asumirá un rol estratégico: desde allí se manejan contrataciones, recursos, compras y toda la estructura que sostiene el funcionamiento interno de la Legislatura. Un cargo cuyos resortes permiten ordenar, o desordenar, la dinámica política.
A este reacomodamiento se suma otra pieza clave: la Vicepresidencia Primera quedará en manos de Gimena Villafruela, una dirigente con buena llegada a distintos bloques y con vínculo fluido con Francisco Quintana. Ese sillón institucional, que La Libertad Avanza intentó sin éxito quedarse, refuerza el control del PRO sobre las áreas sensibles del recinto.
Desde la sede de Uspallata 3160 remarcan que el objetivo es evitar señales de fragilidad en un momento donde la disputa con los libertarios es permanente. Por eso también impulsaron que Silvia Lospennato -aún diputada nacional y figura de peso parlamentario- asuma la conducción del bloque oficialista. La dirigente había aspirado a la Vicepresidencia Primera, pero la resistencia opositora terminó llevándola a un rol igual de relevante para la estrategia macrista.
La reaparición de Angelici tampoco es inocente: su recorrido, su red de contactos y su ascendencia sobre sectores que en la última votación presupuestaria se alinearon con los libertarios pueden resultar claves para garantizar que el Ejecutivo no quede atado a las condiciones de otros bloques. La última pulseada por cambios tributarios, donde La Libertad Avanza logró imponer sus términos, fue un llamado de atención.
Con este nuevo esquema, el macrismo apuesta a recuperar músculo político en el parlamento, contener la influencia libertaria y asegurar que el año legislativo responda a la agenda del Ejecutivo. Queda por ver si la ingeniería interna alcanza para sostener la gobernabilidad en un escenario cada vez más competitivo.
Daniel Angelici es una de las figuras más influyentes del tablero político porteño. Abogado, empresario del juego y dirigente con larga trayectoria en el radicalismo, construyó durante años una red de vínculos que atraviesa partidos, tribunales y organismos públicos. Su nombre ganó notoriedad masiva cuando presidió Boca Juniors entre 2011 y 2019, etapa en la que consolidó poder interno en el club y reforzó su peso como operador político. Aunque en el último tiempo se mantuvo lejos de los reflectores, su capacidad para gestionar equilibrios y su ascendencia sobre distintos espacios lo mantienen como un actor decisivo.
Además de su rol en el mundo deportivo, Angelici fue históricamente un interlocutor clave entre sectores del PRO, la UCR y el sistema judicial. Su habilidad para construir acuerdos y desactivar conflictos lo convirtió en un articulador habitual en momentos de tensión. Por eso, su desembarco en la Legislatura porteña no sorprende: Jorge Macri apuesta a su experiencia y a su entramado de relaciones para ordenar el parlamento y recuperar control político ante el crecimiento de La Libertad Avanza. Su retorno a la escena es leído por muchos como el movimiento más significativo del oficialismo local en meses.
GZ