11/12/2025 - Edición Nº1038

Internacionales

Emergencia vial

Caos en Bogotá: la tractomula con ANFO que se partió en dos y desnudó un problema mayor

04/12/2025 | Una falla estructural partió en dos una tractomula con 32 toneladas de ANFO y detonó un caos de movilidad que evidenció fragilidades logísticas y de control técnico.



La fractura súbita de una tractomula que transportaba 32 toneladas de ANFO convirtió la Autopista Norte en un embudo inmóvil durante la mañana bogotana. El vehículo, parte de una caravana de seis camiones de Indumil, se partió en dos a la altura de la calle 234, bloqueando los carriles en plena hora pico. Aunque las autoridades descartaron desde el inicio cualquier riesgo de explosión, el impacto urbano fue inmediato: miles de conductores quedaron detenidos durante horas mientras se activaban protocolos especializados.

La dimensión del incidente reveló lo vulnerable que puede ser la movilidad en corredores estratégicos cuando un vehículo de carga pesada colapsa físicamente. El retiro de la unidad dañada exigió equipos de remoción poco habituales y verificaciones exhaustivas del material. La incertidumbre sobre la magnitud del daño amplificó la alarma ciudadana, y el operativo combinó presencia militar, bomberos y agentes de tránsito para prevenir cualquier escenario de mayor riesgo.

Bogotá


Bogotá es la extensa capital de gran altitud de Colombia. La Candelaria, su centro empedrado, cuenta con puntos de referencia de la época colonial como la sala de espectáculos neoclásicos Teatro Colón y la Iglesia de San Francisco del siglo XVII.

Manejo de la carga y fallas detectadas

La empresa estatal confirmó que la causa inmediata fue una falla estructural del chasis, no un problema asociado al peso o al manejo del conductor. El cargamento de ANFO viajaba sin detonadores ni dispositivos de activación, como exige la normativa, lo que redujo la probabilidad de un accidente mayor. Aun así, la carga debió ser transbordada a otros vehículos, un procedimiento meticuloso que demandó varias horas y mantuvo la vía prácticamente paralizada.

El operativo también dejó en evidencia la necesidad de revisar los estándares de mantenimiento de la flota que transporta materiales sensibles. Si un camión puede fracturarse aun operando dentro de los rangos de carga permitidos, las auditorías técnicas y la vida útil de estos equipos requieren un escrutinio más estricto. Las demoras para movilizar grúas especializadas y liberar los carriles añadieron presión a un sistema vial que ya funciona con márgenes estrechos.

Consecuencias operativas y debate estructural

El episodio abre un cuestionamiento inevitable sobre la capacidad institucional para gestionar imprevistos en rutas de alto flujo. La saturación alcanzó niveles inéditos y expuso una brecha entre los protocolos formales y la capacidad real de respuesta. La ciudadanía, aunque informada de la ausencia de riesgo explosivo, experimentó un colapso que alteró rutinas laborales y activó preguntas sobre la planificación urbana.

También emerge un debate sobre la logística de transporte de insumos industriales en zonas urbanas densas. Más allá del accidente puntual, la fractura del vehículo obliga a revisar la coordinación entre entidades, la disponibilidad de equipos de emergencia y los mecanismos de supervisión. Sin ajustes significativos, eventos similares podrían reproducir el mismo patrón de disrupción y desgaste operativo para Bogotá.

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