Mi familia es un dibujo fue uno de esos fenómenos que Telefe convirtió en clásico sin proponérselo. A mediados de los 90, cuando los formatos familiares dominaban la pantalla, la aparición de Dibu rompió cualquier cálculo previo: un personaje animado metido en un entorno real, con humor blanco, ternura y una vuelta de tuerca técnica para la época que generó fascinación inmediata. El país entero empezó a hablar del nene verde de voz chillona y sonrisa permanente, y el rating respondió con contundencia: fue uno de los programas más vistos de su franja, consolidando la marca durante tres temporadas.
La clave del éxito fue la mezcla entre el costumbrismo de la familia Peña y el desparpajo del dibujo animado que podía hacer lo imposible. Telefe encontró así un producto que conectaba con chicos, madres, padres y hasta abuelos. Dibu era travieso pero querible, y su presencia habilitaba historias fantásticas dentro de una comedia familiar clásica. Esa fórmula lo transformó en un ícono pop, al punto de convertirse en uno de los primeros personajes televisivos argentinos en generar un verdadero universo transmedia.
El fenómeno no se quedó en la pantalla chica. Llegó al cine con tres películas (Dibu, la película, Dibu 2: La venganza de Nasty y Dibu 3: la gran aventura) que fueron un suceso en taquilla para el público infantil de finales de los 90. La propuesta seguía la misma línea: aventuras que combinaban animación con actores reales, efectos que para la época se vivían como un salto técnico y una historia sencilla que conectaba con la emoción. Ambas producciones se posicionaron entre las más vistas de sus respectivos años en el segmento familiar.
El impacto derivó también en un disco oficial con canciones originales, merchandising, juguetes, revistas y hasta shows en vivo. Dibu se volvió omnipresente: en cumpleaños infantiles, en mochilas escolares, en kioscos de revistas y en el recuerdo colectivo de quienes crecieron en esa década. El personaje trascendió su propia serie y terminó convertido en símbolo de una generación que mezclaba TV abierta, cine local y cultura popular sin filtros. Hoy, a casi treinta años de su debut, Mi familia es un dibujo sigue siendo uno de los experimentos más recordados de Telefe.