El aniversario del ataque de Montoneros en el Banco Provincia de Monte Chingolo, ocurrido un día como hoy de 1977, volvió a escena a partir del mensaje de Victoria Villarruel, que remarcó la muerte del pequeño Juan Eduardo Barrios, de apenas 3 años. El episodio, uno de los más sensibles en la memoria del período, dejó también como víctima fatal al cabo primero Herculano Ojeda, custodio de la sucursal.
Un día como hoy, de 1977, los terroristas de Montoneros asesinaron a Juan Eduardo Barrios, un nene de tan solo 3 años que estaba con su mamá en el Banco Provincia de Buenos Aires, en Monte Chingolo.
— Victoria Villarruel (@VickyVillarruel) December 6, 2025
Desde un auto, una mujer disparó cobardemente con una ametralladora hiriendo a… pic.twitter.com/76uRQtg0lk
El padre del niño, Clotildo Barrios, dedicó su vida a intentar que el Estado reconociera a su hijo como víctima civil del terrorismo, pero murió en 2021 sin obtener la indemnización que reclamaba desde hacía décadas. Esa ausencia de reparación es uno de los puntos que hoy retoman los sectores que buscan ampliar el marco legal de reconocimiento a las víctimas de organizaciones armadas.
El ataque estuvo vinculado a la figura de Beatriz “Tina” Oesterheld, una de las hijas del guionista de El Eternauta. De acuerdo con distintas reconstrucciones judiciales y periodísticas, Oesterheld habría formado parte del operativo en el que se disparó contra transeúntes y contra la puerta del banco con una ametralladora. Paradójicamente, tanto ella como el resto de sus hermanas fueron luego secuestradas y desaparecidas por la última dictadura militar, que exterminó a la familia del escritor.
Ese cruce de dolor -víctimas del terrorismo y víctimas del Estado- vuelve a poner sobre la mesa la complejidad de una década en la que los extremos convivieron en espirales de violencia que lejos están de agotarse en lecturas unidireccionales. La insistencia oficial de Villarruel en remarcar solo un lado del conflicto convive con una parte de la historia igualmente trágica: la persecución y eliminación de los Oesterheld por el terrorismo de Estado.
En la oposición, algunos dirigentes consideran que estas intervenciones buscan reforzar la agenda identitaria del oficialismo, mientras que otros señalan que el reclamo por Juan Eduardo Barrios sigue siendo legítimo, independientemente de la posición ideológica. Lo cierto es que, a casi medio siglo, el caso sigue revelando las capas múltiples de un país que todavía discute cómo recordar, cómo reparar y cómo narrar su propia historia.