La estructura que cubre los restos del reactor accidentado de la central de Chernóbil quedó severamente dañada y ya no garantiza la protección para la que fue diseñada. Así lo determinó una evaluación técnica reciente que analizó los impactos provocados por un ataque con dron ocurrido a comienzos de año. Aunque no se detectaron fugas ni aumentos en la radiación ambiental, las autoridades reconocen que la integridad del escudo está comprometida y que será necesario realizar reparaciones profundas para evitar riesgos futuros.
El incidente ocurrió durante un período de fuerte tensión militar en la zona. Un dron cargado con explosivos alcanzó la parte exterior del enorme arco metálico que cubre el antiguo reactor número cuatro, el mismo que explotó en 1986 y provocó el peor accidente nuclear de la historia. La detonación generó daños en paneles, conductos, revestimientos y zonas del aislamiento térmico. También provocó un incendio localizado que fue extinguido rápidamente, pero dejó marcas claras de deformación estructural que ahora impiden que el escudo funcione como una barrera hermética.

La construcción dañada pertenece al llamado “Nuevo Confinamiento Seguro”, una estructura de ingeniería que fue colocada sobre el antiguo sarcófago soviético para asegurar su contención durante varias décadas. Su instalación demandó años de trabajo, cientos de especialistas y una inversión internacional sin precedentes destinada a enfrentar un desafío único: encapsular los restos del reactor destruido sin exponer a equipos humanos a altos niveles de radiación. El objetivo era crear una cápsula segura que permitiera controlar la contaminación y, a largo plazo, desmantelar los restos internos de manera progresiva.
La evaluación realizada ahora reveló que, aunque los sistemas internos de monitoreo, ventilación y soporte siguen operativos, la envolvente exterior dejó de cumplir su función de sellado. Esta pérdida de capacidad obliga a pensar en reparaciones inmediatas y en un plan técnico más ambicioso para restaurar completamente el confinamiento. Los especialistas subrayan que el daño no supone un peligro inmediato para la población, pero advierten que el deterioro debe revertirse cuanto antes para evitar infiltraciones de humedad, corrosión acelerada u otros factores que podrían comprometer la seguridad futura.
Las autoridades ucranianas ya anunciaron que están trabajando en un programa de intervención que incluirá refuerzos estructurales, reemplazo de paneles afectados y la revisión completa de los puntos de impacto. También se estudia la posibilidad de instalar un sistema adicional de protección temporal para bloquear el ingreso de agua y estabilizar las partes más debilitadas hasta que se definan los trabajos definitivos.
El ataque reabrió un debate profundo sobre la vulnerabilidad de las instalaciones nucleares en zonas de conflicto. Si bien Chernóbil no está en funcionamiento desde el año 2000, su historia y su contenido radioactivo la convierten en un sitio extremadamente sensible. Cualquier daño, incluso sin filtraciones directas, puede modificar la estabilidad de una estructura pensada para perdurar varias generaciones.

La prioridad ahora es restaurar por completo la capacidad de aislamiento, garantizar la seguridad del sitio y evitar que un incidente similar vuelva a comprometer una de las infraestructuras más delicadas del planeta. Las próximas semanas serán decisivas para determinar el tipo de intervención que se llevará adelante y el calendario de obras, en un contexto donde cada retraso aumenta la preocupación internacional sobre la protección del lugar.