La relación entre el Gobierno nacional y la Provincia de Buenos Aires atraviesa un momento clave. El gobernador Axel Kicillof necesita que el ministro de Economía, Luis Caputo, autorice una nueva emisión de deuda para cubrir vencimientos y sostener el funcionamiento financiero bonaerense. Sin embargo, la respuesta de Nación se demora y el escenario obliga al mandatario bonaerense a diseñar un plan B para evitar que la situación se convierta en un problema político mayor.
Este conflicto se inscribe en un contexto nacional de fuerte ajuste fiscal, donde el Gobierno busca limitar el financiamiento provincial y exige mayor disciplina presupuestaria. Para la administración bonaerense, que carga con la estructura administrativa más grande del país, la falta de autorización podría afectar pagos claves y tensionar aún más el vínculo con la Casa Rosada.
El plan B de Axel Kicillof surge ante la posibilidad de que Luis Caputo no autorice la nueva deuda de la Provincia de Buenos Aires, una decisión que obligaría al gobernador a recurrir a financiamiento interno, reprogramación de vencimientos y uso de recursos propios para evitar una crisis financiera.

"Lo que es deuda nueva no debiera estar sujeta a aprobación porque no está cumpliendo con la ley de responsabilidad fiscal. Hoy está aumentando los gastos corrientes por encima de la inflación", dijo Luis Caputo a A24.
Un día después, Axel Kicillof respondió en un acto en La Plata: "Que lo apruebe y rápido, ni bien lo mande, rapidito Toto, que apruebe todo lo que tiene que aprobar, porque ya más lío no nos pueden armar".
La Provincia enfrenta vencimientos próximos y requiere nueva emisión de deuda en pesos para refinanciar obligaciones y garantizar liquidez. Aunque estos procedimientos suelen ser administrativos, la actual gestión nacional exige requisitos adicionales y revisiones más estrictas, lo que genera demoras y deja a la Provincia ante un creciente nivel de incertidumbre.
El problema no es solo financiero: también es político. Kicillof entiende que trabar la autorización podría convertirse en una forma de presión sobre el principal gobernador opositor, justo cuando el presidente Javier Milei busca consolidar su liderazgo nacional.

Ante la posibilidad de que Caputo finalmente no autorice la operación, Kicillof trabaja con su equipo económico en un plan alternativo basado en tres pilares:
Si Caputo mantiene la negativa, el tema podría escalar a un enfrentamiento político mayor. Para Kicillof, la situación ofrece un delicado equilibrio: necesita mostrar responsabilidad fiscal sin parecer dependiente del Gobierno nacional, pero también debe evitar que el conflicto afecte servicios esenciales o genere incertidumbre en los mercados.
Del lado de Nación, la decisión funciona como un mensaje al resto de los gobernadores: no habrá flexibilidades en el esquema fiscal actual.
La discusión por la autorización de deuda expone un choque de modelos entre la Provincia de Buenos Aires y la administración Milei–Caputo. Mientras Kicillof busca garantizar recursos para sostener la estructura provincial, el Gobierno nacional apunta a controlar estrictamente el financiamiento subnacional.
En este escenario, el plan B aparece como una salida inevitable si la autorización no llega. Pero también como una señal del clima político actual: cada decisión económica es, en realidad, una disputa de poder.El plan B de Axel Kicillof si Caputo no autoriza la deuda bonaerense