El andamiaje internacional que durante años apuntaló al gobierno de Nicolás Maduro enfrenta hoy un momento de vulnerabilidad inusual. Mientras el chavismo insiste en proyectar fortaleza, en su entorno aparecen señales de recalibración diplomática que sugieren que el respaldo externo ya no es un bloque monolítico. La combinación de contactos discretos entre aliados históricos y una presión creciente desde Washington obligan a revisar hasta qué punto la estabilidad del régimen depende de factores que ya no controla plenamente.
El cuadro es especialmente relevante porque la legitimidad interna del gobierno continúa erosionada. La crisis económica persistente, las denuncias de violaciones a los derechos humanos y la falta de transparencia electoral han reducido la capacidad del chavismo para sostener alianzas estrictamente políticas. En ese contexto, cualquier fisura en el apoyo proveniente del exterior adquiere un peso estratégico que excede el terreno diplomático y toca directamente la supervivencia del régimen.
Los reportes que indican contactos discretos entre sectores del gobierno cubano y funcionarios de Estados Unidos encendieron alarmas en Caracas. Estas comunicaciones, orientadas a explorar escenarios sin Maduro, revelan que incluso aliados históricos evalúan con pragmatismo los costos de sostener al régimen. La distancia entre la retórica pública de apoyo y los movimientos silenciosos en la trastienda diplomática refleja una tensión creciente que el chavismo no consigue contener.
El deterioro no se limita a Cuba. Otros socios, tradicionalmente alineados por afinidades políticas o conveniencias económicas, enfrentan un escenario internacional más hostil y costoso. Las sanciones de Washington y el incremento de la presencia militar estadounidense en el Caribe generan un contexto en el que mantener un apoyo explícito a Maduro supone riesgos reputacionales y estratégicos. Así, la red de aliados que alguna vez dio al chavismo un espacio de maniobra comienza a mostrar señales de agotamiento.
🚨 | Washington Post:
— Orlando Avendaño (@OrlvndoA) December 8, 2025
EEUU ha revisado documentos del equipo de María Corina Machado sobre una transición en Venezuela y se han dado cuenta de que el equipo de Machado está “más preparado de lo que se creía inicialmente”. pic.twitter.com/MeYacOVSPw
Este desgaste externo se agrava por la propia estrategia defensiva del régimen, que refuerza su dependencia del control militar interno y de alianzas con actores extrarregionales. La centralidad de Rusia, China e Irán en la política venezolana, aunque útil para resistir sanciones, expone al país a dinámicas que no responde a intereses regionales y que complican la búsqueda de salidas negociadas. A más presión militar de EE. UU., más se intensifica la búsqueda de protección en potencias con intereses propios.
Abrams asked in CNN whether a civil war could break out in Venezuela if Maduro is removed:
— Emmanuel Rincón (@EmmaRincon) December 8, 2025
“Venezuela is not Iraq, Afghanistan, or Libya. First, those countries never had a real democracy; Venezuela had 50 years of it. Second, those countries are divided along religious and… pic.twitter.com/5ug94ccs1J
El resultado es un tablero más inestable: el chavismo intenta sostenerse en un andamiaje internacional que ya no ofrece las garantías de otros años, mientras sus aliados inmediatos observan con cautela un conflicto que podría escalar. Si la tendencia se mantiene, Venezuela ingresará a una fase en la que las lealtades externas serán cada vez más condicionales, dejando al régimen más expuesto y reduciendo su margen de acción diplomática.