Con seis años efectivos en el Sillón de San Martín, Alfredo Cornejo acaba de alcanzar un hito institucional: se convirtió en el gobernador que más tiempo condujo Mendoza en toda su historia, superando incluso la extensa sumatoria de mandatos del histórico Francisco “Pancho” Gabrielli. Cuando termine su actual gestión en 2027, Cornejo habrá acumulado 2.921 días al frente del Ejecutivo provincial, una cifra inédita desde 1810.
La marca adquiere otra dimensión si se contextualiza en los 215 años que van desde la llegada de José Moldes —primer gobernador patrio— hasta hoy, un período en el que Mendoza registró más de 140 gobernadores, incluyendo breves interinatos, triunviratos y administraciones atravesadas por guerras internas, revoluciones y golpes de Estado. En ese largo recorrido, solo una minoría logró repetir mandato, y mucho menos hacerlo con continuidad política real.
La particularidad mendocina es clave: la Constitución provincial de 1916 prohíbe la reelección inmediata, lo que convierte en rareza cualquier regreso al poder. Desde la reinstauración democrática de 1983, solo Cornejo logró volver después de un mandato de intervalo, armando un recorrido político sostenido que contrasta con provincias donde la reelección indefinida moldeó hegemonías largas, como Formosa o San Luis.
Con este récord, el actual gobernador se ubica por encima de Gabrielli, que sumó tres períodos —dos constitucionales y uno bajo un gobierno de facto— y que fue desplazado en 1972 tras el Mendozazo. El contraste histórico exhibe la evolución institucional de la provincia, que desde comienzos del siglo XX logró estabilidad democrática, alternancia y una arquitectura política que premia la acumulación territorial y no el simple control continuado del poder.
El caso Cornejo reactiva además un debate abierto en Mendoza: si la fortaleza institucional construida desde 1916 debe aggiornarse, y cómo. La dirigencia provincial coincide en que la Constitución que impide reelegirse inmediatamente preservó equilibrios, pero también obliga a liderazgos capaces de transformar sin depender del eterno retorno. En ese marco, el récord no solo eleva la figura del gobernador radical, sino que vuelve a poner a la provincia como excepción en un país donde las reglas de juego suelen moldearse a demanda del poder de turno.