Luis Juez deja al PRO en el Senado y será clave para el 2027 de LLA en Córdoba

La decisión de Luis Juez de abandonar el PRO para conformar un bloque unipersonal y sumarse al interbloque de La Libertad Avanza (LLA) reacomoda el tablero político del Senado y proyecta sus aspiraciones para 2027. El senador cordobés oficializó ante la Cámara alta que deja la bancada macrista para crear el monobloque del Frente Cívico, espacio que funcionará articulado con el oficialismo libertario.

En diálogo con medios nacionales, Juez explicó que su movimiento busca unificar en el Congreso la alianza que ya existe en Córdoba entre el Frente Cívico y La Libertad Avanza. “Actuaremos como un interbloque, así participaremos de la discusión desde el origen”, sostuvo. Con su incorporación, el oficialismo pasará a tener 21 integrantes, un número que le da mayor margen en la disputa por las comisiones.

El cordobés ya venía de un distanciamiento sostenido con Mauricio Macri. A comienzos de año había dejado la presidencia del bloque PRO y había cuestionado públicamente al expresidente por decisiones legislativas que, según él, favorecían al kirchnerismo. En paralelo, crecía su acercamiento a Javier Milei y a la estructura libertaria en su provincia.

Qué significa el movimiento para el Senado

La conformación del nuevo interbloque se dará cuando asuma Enzo Fullone, suplente de Lorena Villaverde, quien renunció a su banca. Ese relevo dejará formalmente al oficialismo con 21 votos propios. En un Senado fragmentado, ese número es clave: no le garantiza mayoría, pero le permite negociar con mayor fortaleza en momentos sensibles, como la integración de comisiones o el tratamiento de la reforma laboral.

Entre tanto, la CGT ya prepara su estrategia para frenar la nueva legislación laboral, y los senadores de Unión por la Patria tendrán una reunión con el triunvirato sindical para unificar su rechazo. Juez, al integrarse al bloque libertario, quedará del lado del Gobierno en una discusión central para el año parlamentario.

El trasfondo cordobés: campaña, tensiones y futuro

Juez tuvo un rol central en la campaña libertaria en Córdoba. Puso su estructura partidaria al servicio de LLA, integró la mesa chica autorizada por Karina Milei y trabajó junto a Gabriel Bornoroni, jefe del bloque oficialista en Diputados. Ambos ya se perfilan como posibles candidatos a gobernador en 2027, un duelo interno con final abierto.

Pese a su vínculo personal con el Presidente -con quien comparte reuniones periódicas-, el senador atravesó momentos de tensión. Un episodio que lo marcó ocurrió cuando Daniel Parisini cuestionó públicamente a su hija; Juez esperaba una disculpa directa de Milei, que nunca llegó. Sin embargo, con la campaña encima, retomaron el diálogo y dejaron atrás los cortocircuitos.

La mirada estratégica de Juez

La creación del monobloque no solo responde a una cuestión política, sino también práctica. Para integrar la comisión de Labor Parlamentaria -espacio clave donde se acuerdan los temas del recinto-, el senador debía presidir un bloque. Ese requisito aceleró su decisión.

En palabras del propio legislador: “Esta es la manera de participar de la concepción política de las ideas, de sacarle el jugo a la posibilidad de trabajar juntos”.

En el fondo, su jugada busca ampliar su influencia parlamentaria y, al mismo tiempo, posicionarse como un actor relevante en el armado libertario hacia 2027.

Qué revela el giro de Juez

El paso de Juez muestra un proceso más amplio: la reorganización de la oposición tradicional frente al avance territorial de La Libertad Avanza. Córdoba, donde Milei ganó con comodidad, es un laboratorio político donde se reconfiguran alianzas, liderazgos y estrategias futuras.

El movimiento también revela un mensaje dirigido a Macri y al PRO: el viejo esquema opositor ya no es suficiente para disputar poder en la provincia. La competencia interna dentro del espacio mileísta será intensa y Juez busca llegar bien posicionado cuando llegue el momento de definir candidaturas.

En términos institucionales, su salto fortalece al Gobierno en un Senado áspero, donde cada voto puede inclinar negociaciones sensibles.