17/12/2025 - Edición Nº1044

Internacionales

Rumbo incierto

Del fracaso tributario a la Constituyente: el giro de Gustavo Petro que inquieta a la región

12/12/2025 | El revés legislativo aceleró la apuesta presidencial por una Constituyente, que ahora se mide con antecedentes latinoamericanos y un Congreso en abierta confrontación.



La caída de la reforma tributaria en la Comisión Cuarta del Senado dejó al presidente colombiano Gustavo Petro frente a un dilema institucional que él mismo transformó en oportunidad política. Sin mayorías estables y con un Congreso crecientemente adverso, el mandatario interpretó el rechazo como síntoma de un bloqueo estructural que frustra su agenda. La respuesta fue inmediata: revivir la propuesta de una Asamblea Nacional Constituyente que permita reconfigurar el marco institucional vigente. El gesto tensó aún más la relación entre los poderes del Estado y abrió un debate sobre la viabilidad real del camino constituyente.

El episodio se produjo en un contexto donde el Gobierno ya acumulaba tropiezos legislativos relevantes, desde su reforma a la salud hasta la jurisdicción agraria. La suma de derrotas fortaleció la narrativa presidencial de que el Congreso actúa como freno a transformaciones centrales. En este escenario, Petro elevó su crítica institucional y situó la Constituyente como mecanismo para destrabar cambios estructurales. La falta de consensos, sin embargo, convirtió la discusión en un terreno en disputa, marcado por acusaciones cruzadas y un clima político cada vez más crispado.

Colombia 


Colombia, officially the Republic of Colombia, is a country primarily located in South America with insular regions in North America.

Proceso en disputa

La insistencia de Petro resuena en una región que ha recurrido a mecanismos constituyentes para resolver bloqueos profundos. Experiencias como las de Venezuela en 1999Bolivia en 2008 o Ecuador en 1998 y 2008 muestran procesos donde la legitimidad popular acompañó alteraciones decisivas del orden institucional. Sin embargo, el caso colombiano difiere en aspectos críticos: no existe una crisis sistémica comparable ni un consenso ciudadano amplio que valide una reescritura total de la Carta. Los apoyos al proyecto presidencial siguen fragmentados y el malestar legislativo no equivale, por sí mismo, a un mandato nacional para abrir un ciclo constituyente.

El contraste con esos precedentes ilumina las dificultades actuales. Mientras los procesos latinoamericanos exitosos se apoyaron en consultas, elecciones directas de constituyentes y pactos sociales amplios, la iniciativa de Petro entra en un terreno incierto. La confrontación con el Congreso, lejos de generar un impulso cohesivo, profundiza la polarización y debilita la viabilidad política de la propuesta. La posibilidad de convocar una Constituyente mediante mecanismos ordinarios enfrenta además límites constitucionales estrictos que exigen acuerdos que hoy no existen.

Consecuencias institucionales

El giro del presidente reabre discusiones sensibles sobre el equilibrio democrático. Una Constituyente podría redefinir poderes, roles y contrapesos, pero sin una arquitectura de consensos corre el riesgo de agravar la erosión de confianza en las instituciones. El choque entre Ejecutivo y Legislativo no solo expone una pugna de agendas, sino dos visiones de país que se disputan la legitimidad para conducir la transición hacia 2026. En este escenario, la herramienta constituyente emerge más como una estrategia política que como resultado de un proceso social articulado.

El futuro del debate dependerá de la capacidad del Gobierno para traducir su narrativa en apoyo ciudadano verificable. Sin ese respaldo, la propuesta puede quedar reducida a un gesto simbólico que intensifique las tensiones del último tramo del mandato. Con un Congreso reacio, una oposición movilizada y un clima regional menos tolerante a reformas de alta intensidad, la apuesta de Petro enfrenta un calendario estrecho y una correlación de fuerzas que juega en su contra. La discusión seguirá abierta, pero su desenlace dependerá menos del discurso presidencial y más de la legitimidad que logre construir.