Cada 13 de diciembre, Argentina recuerda un descubrimiento que alteró su destino productivo. En 1907, en Comodoro Rivadavia, el pozo Nº2 encontró petróleo cuando en realidad buscaba agua. Ese accidente feliz inauguró una nueva era para la economía nacional.
Las figuras fundacionales tienen nombre propio. El ingeniero Enrique Hermitte impulsó las campañas de exploración que permitieron dar con el recurso, acompañado por técnicos como Humberto Beghin y José Fuchs, testigos directos de aquel hallazgo que transformó la Patagonia. Además, Beghin y Fuchs redactaron la carta que comunicó el inimaginable hallazgo.

La creación de YPF en 1922, bajo el liderazgo del general Enrique Mosconi, marcó otro hito clave. Mosconi apostó por una empresa estatal fuerte, eficiente y con una mirada geopolítica de largo plazo. Su modelo convirtió a YPF en referencia en toda América Latina.
Desde entonces, el petróleo dejó de ser solo un recurso para convertirse en una herramienta estratégica. Mosconi defendió la soberanía energética y amplió la infraestructura con destilerías, ductos y equipos capaces de sostener un país industrial.

La industria avanzó con altibajos. Hipólito Yrigoyen fortaleció YPF, mientras que Arturo Frondizi apostó por contratos petroleros para aumentar la producción y revertir la caída de reservas, una decisión polémica pero efectiva en su objetivo técnico.
Décadas más tarde, Carlos Menem impulsó la privatización de YPF en los años 90, un giro drástico que redefinió la relación entre el Estado y la energía. En 2012, Cristina Fernández de Kirchner reestatizó el 51% de la empresa, devolviéndole al sector un rol estatal central.
El sector petrolero argentino no estuvo exento de políticas desfavorables: falta de planificación, subinversión, vaivenes regulatorios, regalías mal distribuidas y crisis económicas que recortaron la capacidad de expansión. La montaña rusa energética dejó huellas profundas.
El Día Nacional del Petróleo funciona como memoria y advertencia. Recuerda dónde empezó todo en 1907 y señala que el futuro depende de estabilidad, tecnología y una mirada que supere los ciclos políticos. Bajo la superficie patagónica, el país todavía guarda una parte decisiva de lo que viene.