18/12/2025 - Edición Nº1045

Internacionales

Giro diplomático

Washington retrocede con Moraes: qué cambió en su relación con Lula y Brasil

14/12/2025 | La decisión de Washington revierte una crisis inédita con el Supremo brasileño y redefine el equilibrio entre justicia, política y diplomacia.



La decisión de Estados Unidos de levantar las sanciones contra Alexandre de Moraes, ministro del Supremo Tribunal Federal de Brasil, cerró un capítulo de alta tensión diplomática que había escalado más allá de los canales habituales entre ambos países. La medida, adoptada tras varios meses de fricciones, había sido interpretada en Brasil como una injerencia directa en su sistema judicial, con efectos políticos que trascendieron la figura del magistrado y alcanzaron al propio gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva.

Las sanciones, aplicadas bajo la Ley Global Magnitsky, marcaron un hecho sin precedentes en la relación bilateral: un juez de la máxima corte brasileña señalado por Washington en el marco de disputas internas vinculadas al bolsonarismo y a la respuesta institucional frente a los intentos de desestabilización democrática. Su levantamiento no borra el conflicto, pero reformula el terreno sobre el que se procesan las diferencias entre dos democracias con intereses estratégicos compartidos.

Brasil


Brasil, oficialmente la República Federativa de Brasil, es el país más grande de América del Sur. También es el quinto país más grande del mundo por área y el séptimo más grande por población, con más de 213 millones de habitantes.

Recomposición del vínculo bilateral

El giro de la Casa Blanca responde a una recalibración de prioridades en la política exterior estadounidense, donde Brasil vuelve a ocupar un lugar central como socio regional clave. La persistencia de las sanciones había generado incomodidad en foros multilaterales y alimentado un discurso de victimización institucional que fortalecía la narrativa de soberanía frente a presiones externas. En ese contexto, su levantamiento aparece como un gesto destinado a descomprimir tensiones y restaurar canales de cooperación política y económica.

Para el gobierno brasileño, la decisión refuerza la posición de que el conflicto debía resolverse por la vía diplomática y no mediante medidas punitivas unilaterales. La figura de Moraes, cuestionada por sectores conservadores por su rol en causas sensibles, se convierte así en un símbolo de la defensa del orden constitucional, mientras Brasil recupera margen para proyectarse como un actor institucionalmente estable ante sus socios internacionales.

Justicia, poder y límites externos

El episodio deja planteada una discusión de fondo sobre los límites de la presión internacional sobre los poderes judiciales nacionales. La utilización de sanciones personales contra un magistrado abrió un precedente incómodo que generó alertas en otros países de la región, preocupados por la posibilidad de que disputas políticas internas se trasladen al terreno de la diplomacia coercitiva. El levantamiento de la medida sugiere un reconocimiento implícito de ese riesgo.

En perspectiva, el caso Moraes evidencia cómo la intersección entre justicia y geopolítica puede tensionar alianzas históricas. Estados Unidos optó finalmente por priorizar la estabilidad del vínculo con Brasil antes que sostener una señal punitiva de alto costo político. El desenlace no cierra el debate sobre el rol del Poder Judicial brasileño, pero sí redefine el marco en el que Washington decide intervenir, marcando un límite que difícilmente sea ignorado en futuras crisis.