16/12/2025 - Edición Nº1043

Internacionales

Giro conservador

Chile: por qué Javier Milei, Washington y Santiago Abascal celebran a José Antonio Kast

14/12/2025 | Las felicitaciones de Washington, Buenos Aires, Asunción y la derecha europea leen en Chile un giro hacia seguridad, mercado y reducción del aparato estatal.



Las primeras felicitaciones internacionales a José Antonio Kast tras su victoria presidencial no fueron protocolares en sentido estricto: funcionaron como un mapa temprano de afinidades y expectativas. Desde Washington se habló de seguridad regional y de “revitalizar” el vínculo comercial; desde Buenos Aires se celebró un triunfo asociado a libertad y propiedad; desde Asunción se destacó cooperación; y desde Madrid se lo presentó como un aliado en una batalla cultural por valores. El denominador común es claro: Chile vuelve a ser leído como laboratorio político, ahora con un rumbo conservador.

Este coro externo importa porque delimita el marco del nuevo gobierno antes incluso de su primer decreto. No se trata solo de quién saluda, sino de qué agenda proyecta: orden, crecimiento y Estado más liviano. En un continente donde la legitimidad presidencial suele evaporarse por falta de resultados, el reconocimiento temprano refuerza la idea de que Kast llega con capital político suficiente para empujar reformas que otros líderes postergan por miedo a pagar costos. 

Chile


Chile es un país largo y estrecho que se extiende a lo largo del extremo occidental de América del Sur, con más de 6.000 km de costa del océano Pacífico. Santiago, su capital, se encuentra en un valle rodeado por los Andes y las montañas de la Cordillera de la costa chilena. La Plaza de Armas de la ciudad, palmerada, contiene la catedral neoclásica y el Museo Nacional de Historia. El enorme Parque Metropolitano ofrece piscinas, un jardín botánico y un zoológico.

Conservadurismo moderno: orden, familia y reglas claras

El aporte distintivo de Kast en la región es su conservadurismo de gestión: valores tradicionales combinados con una promesa de autoridad estatal efectiva. La seguridad no aparece como eslogan sino como prerrequisito para que la economía funcione, la vida cotidiana recupere normalidad y el Estado vuelva a ser respetado. En un clima regional donde la violencia y el crimen organizado condicionan política pública, la apuesta de Kast reubica el debate en un punto simple: sin control del territorio, no hay derechos que se cumplan.

Esa lógica también conecta con un electorado que busca reglas claras, previsibilidad y un horizonte moral compartido. Para sectores amplios, el mensaje conservador no es nostalgia: es una demanda de límites y responsabilidades frente a la incertidumbre. Si el nuevo gobierno logra traducir esa narrativa en políticas medibles, Chile puede recuperar liderazgo regional, no por discursos, sino por eficacia y coherencia normativa.

Estado austero: menos burocracia, más capacidad real

La perspectiva central, distinta a la lectura típica de “derecha dura”, es que Kast plantea una relación distinta con el Estado: reducir el tamaño no para debilitarlo, sino para volverlo funcional. En Latinoamérica, el Estado suele ser grande en gasto corriente y pequeño en resultados; abundan trámites, organismos y capas administrativas, pero falta ejecución. La promesa de menos burocracia y más foco en funciones esenciales (seguridad, justicia, fronteras, infraestructura, control del gasto) es, en sí misma, una agenda de modernización.

En ese marco, la reducción del Estado no es un recorte ciego, sino una reasignación: recortar ineficiencia para liberar capacidad operativa. Si Kast ordena cuentas, simplifica normas y baja costos de hacer negocios, puede activar inversión y empleo formal, un diferencial decisivo frente a populismos de gasto. El punto estratégico es simple: un Estado más austero puede ser más creíble, y esa credibilidad, en economías frágiles, vale tanto como el capital.

Bloque de afinidades: seguridad, mercado y coordinación hemisférica

Los mensajes externos anticipan un eje de trabajo. Washington habló de asociación para seguridad regional y comercio; Milei enmarcó la victoria como avance de la libertad; Paraguay enfatizó cooperación; Abascal la leyó como triunfo cultural. Traducido a política pública, esto abre una oportunidad: articular una red de coordinación contra crimen transnacional y, al mismo tiempo, reposicionar a Chile como socio confiable para comercio e inversión.

La apuesta de Kast puede ser convertir la afinidad ideológica en resultados: acuerdos operativos de frontera y puertos, inteligencia financiera contra lavado, y un clima pro-empresa que revitalice cadenas de valor. Si lo consigue, su conservadurismo no quedará reducido a cultura o símbolos; quedará asociado a una idea más poderosa para América Latina: el orden y el Estado austero como plataforma de prosperidad, no como fin en sí mismo.

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