A dos años del inicio del gobierno de Javier Milei, la consultora Equipo Mide, difundió un estudio que expone con crudeza la grieta más profunda del país: la forma en que los ciudadanos proyectan el futuro según a quién votaron en 2023. No se trata solo de diferencias políticas: el informe muestra la existencia de dos realidades paralelas, dos expectativas económicas y dos modelos de país conviviendo en tensión permanente.
Según el relevamiento -realizado entre el 1 y el 5 de diciembre- uno de cada dos votantes de Sergio Massa (50%) cree que Milei no logrará ninguno de los objetivos que plantea para la segunda mitad de su mandato. La desconfianza es tan pronunciada que solo el 4% de ese electorado reconoce como mérito del oficialismo la baja de la inflación y proyecta que esa tendencia pueda sostenerse.
La percepción negativa se vuelve aún más marcada cuando se indaga sobre el rumbo del país. Casi uno de cada diez votantes de Massa (10%) anticipa un aumento de la pobreza y asume que el gobierno avanzará hacia una agenda de privatizaciones, un acercamiento estratégico con Estados Unidos e Israel y un modelo económico “orientado exclusivamente a quienes más tienen”.
Las respuestas espontáneas reflejan esa lectura crítica: “Buscará cambios impositivos que favorezcan a los que más tienen”, sintetiza uno de los entrevistados.
Del otro lado del espectro, los votantes de Milei habitan una dimensión completamente distinta. El informe sostiene que este universo muestra un nivel de confianza “sostenido en la lógica del elijo creer”. Allí predomina la idea de que la economía mejorará, que la inflación seguirá bajando y que el superávit fiscal ya es un “activo adquirido” por el Gobierno.
Entre los mileístas aparecen frases de fuerte contenido identitario: “Es muy inteligente, todo será mejor: más seguridad, menos corrupción, excelentes relaciones internacionales”.
Y otra aún más expresiva: “Va a bajar mucho más la pobreza y la inflación; habrá nuevas reformas para beneficio de la gente y no de la casta”.
La encuesta también revela que este segmento muestra mayor tolerancia temporal: “No se puede pedir todo en cuatro años; se va cumpliendo pese a la casta”, sostiene un encuestado.
Los datos corroboran un país atravesado por percepciones irreconciliables. Para el electorado opositor, predomina un escenario de deterioro social y pérdida de soberanía; para el oficialista, uno de crecimiento, reactivación y reformas históricas.
El estudio forma parte del trabajo sistemático que Equipo Mide desarrolla sobre el humor social y las tendencias políticas del país, bajo la conducción analítica del sociólogo y politólogo Sebastián Halperín y el licenciado en ciencia política, Pedro Antenucci.