16/12/2025 - Edición Nº1043

Internacionales

Ataque energético

Ucrania vuelve a golpear plataformas petroleras rusas en el mar Caspio

15/12/2025 | Drones de largo alcance dañaron otra base de producción y profundizan la presión económica sobre Moscú.



La guerra sumó un capítulo inesperado en el mar Caspio, una región históricamente alejada del frente. En menos de una semana, Ucrania lanzó tres ataques consecutivos con drones de largo alcance contra plataformas petroleras rusas, en un movimiento que apunta directamente a los ingresos que sostienen la maquinaria militar del Kremlin.

El objetivo más reciente fue la plataforma Korchagin, un complejo offshore operado por una de las mayores compañías de energía de Rusia. El impacto obligó a detener la producción, generando preocupación en Moscú por la vulnerabilidad de sus activos petroleros incluso en zonas consideradas seguras.

Un ataque lejano que revela nuevas capacidades

La zona atacada se encuentra a más de 700 kilómetros de territorio ucraniano, lo que exhibe una capacidad de alcance que Ucrania perfeccionó en el último año. El uso de drones autónomos, navegación satelital y cargas explosivas ligeras pero precisas le permitió a Kiev trasladar la guerra hacia la economía rusa, sin desplegar tropas en áreas remotas.

Hasta ahora, los ataques ucranianos contra infraestructuras energéticas se concentraban en refinerías, depósitos y plantas de procesamiento. Llevarlos al Caspio marca una escalada cualitativa: por primera vez, Ucrania golpea instalaciones marítimas alejadas del frente y difíciles de defender.

Por qué el Caspio importa: energía, dinero y geopolítica

Las plataformas petroleras rusas del Caspio forman parte de una red clave de extracción y exportación de crudo. Aunque esta región no es la principal fuente energética de Rusia, sí aporta una fracción significativa de petróleo marítimo que fluye hacia mercados europeos y asiáticos.

Interrumpir esa producción tiene tres efectos directos:

1. Daño económico

Rusia depende fuertemente de los ingresos energéticos para financiar el gasto militar. Atacar plataformas marítimas:

  • Reduce la producción.

  • Obliga a desviar recursos para reparaciones.

  • Incrementa costos operativos y de seguridad.

2. Mensaje geopolítico

Ucrania demuestra que puede alcanzar infraestructura estratégica más allá de las líneas tradicionales de combate, enviando un mensaje tanto a Moscú como a sus aliados occidentales: su industria militar doméstica está logrando avances propios.

3. Presión en el tablero diplomático

Los ataques se producen en un momento en el que:

  • Las conversaciones internacionales sobre el conflicto están estancadas.

  • Occidente discute nuevas ayudas militares.

  • Rusia busca reforzar alianzas energéticas con Asia Central.

Golpear la infraestructura del Caspio complica la narrativa rusa de estabilidad regional, especialmente porque ese mar es compartido con Irán, Azerbaiyán, Kazajistán y Turkmenistán.

El área donde se ubican las plataformas Korchagin y otras estructuras energéticas rusas.

Cómo podría escalar el conflicto energético

Expertos advierten que la continuidad de estos ataques podría abrir nuevos escenarios:

  • Rusia podría militarizar aún más el Caspio, una región donde tradicionalmente mantiene una presencia naval acotada.

  • Moscú podría reforzar defensas antiaéreas navales, costosas y difíciles de operar en mar abierto.

  • Si las interrupciones de producción se acumulan, los mercados globales podrían reaccionar con subas temporales de los precios del crudo.

Por ahora, Rusia intenta minimizar el impacto económico, pero la repetición de ataques muestra que Ucrania identifica claramente al sector energético como un objetivo estratégico prioritario.


Los drones de largo alcance se convirtieron en la herramienta clave de la nueva estrategia ucraniana.

Un giro en la guerra: del frente terrestre al frente económico

El bombardeo a la plataforma Korchagin sintetiza el giro que Ucrania viene impulsando desde mediados de 2025: trasladar parte de la guerra a la infraestructura que sostiene el poderío ruso. La lógica es simple pero contundente: reducir la capacidad económica de Moscú para sostener un conflicto prolongado.

Con estas operaciones en el mar Caspio, Kiev amplía el mapa del conflicto y reconfigura la idea de “zona segura” para los activos energéticos rusos. Lo que antes era intocable, ahora está al alcance.