La Unión Europea aprobó una nueva tanda de sanciones dirigidas a personas y compañías que facilitan el transporte encubierto de petróleo ruso, una práctica que creció desde el inicio de la guerra en Ucrania y que permite a Moscú seguir exportando crudo a pesar de las restricciones internacionales.
Las medidas, adoptadas por los ministros de relaciones exteriores del bloque, incluyen congelación de activos, prohibiciones de viaje y limitaciones para que empresas europeas puedan hacer negocios con las entidades señaladas. El objetivo es golpear a quienes sostienen la llamada “flota sombra”, una red marítima paralela que opera al margen de los controles habituales.
La flota sombra está formada por cientos de barcos que navegan sin cumplir las normas tradicionales del comercio marítimo, muchas veces apagando sus sistemas de geolocalización, utilizando banderas de países con regulaciones laxas, cambiando de dueño con frecuencia y ocultando el origen real del petróleo que transportan.

Este sistema se expandió rápidamente desde 2022, cuando los países occidentales impusieron un límite al precio del petróleo ruso y restringieron el acceso de Moscú a servicios claves como seguros marítimos, financiamiento y puertos europeos. Para evitar que estas medidas cortaran sus ingresos energéticos, Rusia fortaleció estas rutas alternativas.
Las nuevas restricciones europeas apuntan a empresarios ligados a grandes compañías energéticas rusas y a navieras con base en países de Asia y Medio Oriente que operan o administran buques involucrados en este sistema. Bruselas sostiene que estas empresas permiten a Moscú sortear controles y sostener ventas millonarias hacia mercados como China e India.
Con este paquete, la lista de sancionados por la Unión Europea desde el inicio de la guerra supera las dos mil seiscientas personas y entidades, incluyendo funcionarios, militares, bancos, medios de comunicación estatales y grupos acusados de participar en operaciones de desinformación.

El comercio del petróleo ruso sigue siendo un eje central del conflicto: cuanto más difícil sea venderlo, menos recursos tendrá Moscú para financiar su ofensiva militar. Pero frenar la flota sombra no es sencillo. Se trata de un entramado internacional que opera en aguas lejanas, cambia constantemente de rutas y aprovecha vacíos regulatorios.
Por eso, además de estas sanciones, la Unión Europea analiza reforzar los controles marítimos, coordinar acciones con otros países y presionar para que más gobiernos exijan transparencia a los barcos que usan sus puertos. La nueva ofensiva marca otro capítulo en una disputa que lleva casi cuatro años y que sigue impactando en los mercados energéticos globales, en las relaciones diplomáticas y en la seguridad marítima internacional.
