El radicalismo atraviesa una etapa de redefiniciones profundas en un escenario político marcado por la victoria de Javier Milei y la consolidación de una nueva grieta. En ese contexto, el gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, decidió avanzar con un movimiento clave: promover un nuevo liderazgo en la Unión Cívica Radical (UCR) que refuerce el armado de Provincias Unidas y consolide una opción de centro con anclaje territorial.
La decisión no es aislada ni meramente partidaria. Forma parte de una estrategia más amplia para evitar que el espacio quede diluido entre el oficialismo libertario y una oposición fragmentada, y para dotar al radicalismo de un rol protagónico en la etapa que viene.
Con el aval de referentes históricos como Martín Lousteau y el correntino Gustavo Valdés, Pullaro impulsó al intendente de Venado Tuerto, Leonel Chiarella, como nuevo jefe de la UCR. A los 36 años, Chiarella representa una renovación generacional alineada con la lógica de gestión que el gobernador santafesino busca proyectar a nivel nacional.

“No todo es ideológico, sino que hay que dotar de sentido común el debate político”, resumió el flamante titular del partido. La frase sintetiza el espíritu de esta nueva etapa: menos confrontación discursiva y más resultados concretos desde las provincias.
La derrota electoral reciente de Provincias Unidas golpeó las aspiraciones del cordobés Juan Schiaretti de liderar ese espacio. Ese vacío fue leído rápidamente por Pullaro, quien avanzó para darle al armado un perfil con mayor peso radical, apoyado en los cinco gobernadores que lo integran y en más de 500 intendentes a lo largo del país.
El objetivo es regenerar una oposición sin caer en la grieta y mostrar que desde las provincias se puede gobernar con una mirada distinta. Esa premisa explica por qué la conducción de la UCR se volvió una pieza central del esquema.

Uno de los principales desafíos para esta nueva conducción será el comportamiento del bloque en el Congreso. Proyectos sensibles como la reforma laboral impulsada por el Gobierno nacional pondrán a prueba la capacidad de Provincias Unidas para sostener posiciones comunes sin romper puentes ni perder identidad.
La apuesta es compleja: compartir parte del electorado con La Libertad Avanza obliga a diferenciarse sin confrontar de manera frontal, una línea fina que Pullaro intenta transitar desde la gestión y no solo desde el discurso.
Dentro del radicalismo señalan que la seguridad será uno de los terrenos clave para disputar agenda. Consideran que el discurso nacional está hegemonizado por Patricia Bullrich y que la única forma de contrarrestarlo es exhibiendo resultados. En ese punto, Santa Fe aparece como vidriera: la reducción de la violencia ligada al narcotráfico y los cambios en política penitenciaria son presentados como ejemplos concretos de gestión.

“Hay que mostrar gestión. Esa es la clave”, repiten cerca del gobernador, convencidos de que los resultados pesan más que las consignas.
La estrategia de Pullaro también busca evitar rupturas innecesarias. El caso de Gisela Scaglia, diputada nacional y presidenta del PRO en Santa Fe, expone esas tensiones. Scaglia liderará el bloque de Provincias Unidas en el Congreso, una decisión que incomoda a Mauricio Macri, quien impulsa su expulsión del partido.
En Santa Fe comparan su situación con la del gobernador de Chubut, Ignacio Torres, y sostienen que la construcción apunta a sumar sin obligar a nadie a romper con su identidad partidaria.
El trasfondo de este movimiento es electoral y estratégico. Pullaro se prepara para buscar la reelección en Santa Fe tras la reforma constitucional y, con una eventual victoria, pretende proyectar este armado a nivel nacional. La idea es llegar a 2027 con una alternativa de centro capaz de tener peso propio en un balotaje y de contener a radicales, dirigentes del PRO y sectores del peronismo no kirchnerista.
En ese camino, la llegada de un nuevo jefe en la UCR no es un detalle interno: es una señal política que fortalece a Pullaro y reposiciona a Provincias Unidas como una opción que busca correrse del todo o nada y volver a disputar poder desde la gestión y el territorio.