Chile inicia una nueva etapa política y económica tras la victoria de José Antonio Kast, que marca un cambio de visión respecto del ciclo progresista encabezado por Gabriel Boric. Luego de años de crecimiento moderado, tensiones fiscales y debates regulatorios, el electorado optó por una propuesta que promete orden macroeconómico, disciplina fiscal y mayor protagonismo del sector privado. El resultado electoral fue leído como una señal de cansancio frente a un modelo percibido como incierto para la inversión y el empleo.
Durante el gobierno de Boric, la economía chilena logró estabilizar variables clave como la inflación, pero no consiguió recuperar tasas de crecimiento sostenidas ni reducir de forma significativa el desempleo. La combinación de reformas estructurales trabadas, presión fiscal y un clima político fragmentado terminó por consolidar la percepción de estancamiento. En ese contexto, la elección de Kast aparece como una apuesta por previsibilidad, reglas claras y reactivación económica.
El programa económico del presidente electo propone un Estado más acotado, reducción de impuestos, control del gasto público y estímulos a la inversión nacional y extranjera. La orientación es clara: restablecer la confianza del mercado, fortalecer la competitividad y recuperar el dinamismo productivo, especialmente en sectores estratégicos como minería, energía y servicios. Este giro implica un distanciamiento explícito del enfoque intervencionista que caracterizó al gobierno saliente.
En ese marco, la reunión entre Kast y el ministro argentino Luis Caputo adquirió un valor simbólico relevante. El encuentro fue interpretado como una señal de alineamiento con una visión económica liberal en la región, basada en equilibrio fiscal, apertura y coordinación macroeconómica. Más allá de los contenidos específicos, la imagen proyecta un mensaje político: Chile busca reposicionarse como un país amigable con el mercado y dispuesto a liderar un nuevo eje económico regional.

El viraje chileno no ocurre en aislamiento. En América del Sur, varios gobiernos enfrentan presiones similares por crecimiento, inflación y empleo, y observan con atención el rumbo que adopte Santiago. Una política económica más liberal podría reactivar flujos de inversión, fortalecer el comercio bilateral y consolidar a Chile como un ancla de estabilidad macroeconómica en la región.
"La posibilidad de que José Luis Daza sea el ministro de Economía de Chile existe"
— Corta (@somoscorta) December 16, 2025
Luis Caputo dijo que "seguramente" José Antonio Kast le ofreció un cargo a su viceministro, lo incentivó a que haga "lo que el desafío le provoque" y afirmó: "Lo voy a apoyar". pic.twitter.com/bRbKTi4uiR
Hacia adelante, el desafío de Kast será traducir el cambio de visión en resultados concretos. La expectativa de una economía más próspera dependerá de la capacidad del nuevo gobierno para implementar reformas sin generar fracturas sociales, sostener el equilibrio fiscal y mostrar resultados tempranos. En ese equilibrio se juega no solo el éxito del próximo ciclo político, sino también la credibilidad del giro liberal chileno en el escenario regional.