Sídney atraviesa hoy una jornada determinante con el inicio de los funerales de las víctimas del ataque en Bondi Beach, un hecho que sacudió al país, despertó alarmas sobre extremismo violento y reavivó el debate sobre antisemitismo. Las ceremonias se desarrollarán en los suburbios del este, donde la comunidad judía mantiene una larga presencia y donde el impacto de la tragedia se siente con particular intensidad.
El primero de los servicios será el del rabino Eli Schlanger, figura activa dentro de Jabad y conocido por su trabajo comunitario en cárceles y vecindarios vulnerables. Su despedida marcará el inicio de varios funerales previstos a lo largo de la semana, muchos de ellos bajo estrictas medidas de seguridad.

La policía continúa avanzando en el análisis del accionar de Sajid Akram y su hijo de 24 años, identificado por medios locales como Naveed, apuntando a un ataque inspirado en el Estado Islámico. Los investigadores trabajan sobre tres frentes: los antecedentes de la familia, los contactos previos que podrían haber favorecido la radicalización y los viajes realizados antes del atentado, entre ellos una visita al sur de Filipinas, región asociada históricamente a grupos islamistas.
El hijo permanece hospitalizado, pero las autoridades esperan poder interrogarlo hoy, cuando disminuya el efecto de la medicación y esté presente su abogado. Su testimonio será clave para establecer motivaciones, conexiones y la planificación completa del ataque. Paralelamente, se analiza material digital extraído de dispositivos y se continúa examinando evidencia hallada en el vehículo familiar, donde se encontraron elementos asociados a propaganda extremista.
La jornada también gira en torno a los relatos que emergieron en los últimos días y que ilustran el impacto humano del ataque. La muerte del rabino Schlanger se suma a otras pérdidas que han conmovido al país, como la de un sobreviviente del Holocausto, la de un matrimonio que intentó asistir a los agresores creyendo que necesitaban ayuda, y la de Matilda, una niña de diez años cuyo padre pidió públicamente que “su nombre no se pierda en el tiempo”.
La figura de Ahmed al-Ahmed, el hombre que se abalanzó sobre uno de los tiradores para desarmarlo, continúa ocupando un lugar central en la narrativa colectiva. Su acto, considerado decisivo para evitar más muertes, lo convertirá en una presencia simbólica en los funerales, pese a que hoy será sometido a una cirugía. Desde Siria, su familia expresó orgullo absoluto por su acción.

El primer ministro Anthony Albanese enfrenta cuestionamientos por la respuesta oficial frente al aumento de incidentes antisemitas registrados desde el inicio del conflicto entre Israel y Gaza. Críticos sostienen que su gobierno no actuó con la rapidez necesaria para contener discursos extremistas que ya mostraban señales de crecimiento.
Consultado sobre su presencia en los funerales, Albanese afirmó que solo asistirá si es invitado, al tratarse de ceremonias íntimas destinadas a las familias. Aun así, reiteró que su gobierno trabajará para fortalecer los controles, erradicar el antisemitismo y combatir ideologías violentas.
Las autoridades sanitarias informaron que 22 personas continúan hospitalizadas por heridas de distinta gravedad. En Bondi, bañistas y vecinos guardaron un minuto de silencio al amanecer, en un gesto que reflejó el estado emocional de una comunidad que continúa unida pese al impacto.

Hoy, con el inicio de los funerales y el esperado interrogatorio al único sospechoso sobreviviente, Australia ingresa en una fase que definirá la profundidad de la respuesta política, social y judicial frente a un ataque que expuso vulnerabilidades y tensiones que el país no puede pasar por alto.