La presencia del presidente de la Cámara de Diputados de Paraguay, Raúl Latorre, en una audiencia del juicio contra Benjamín Netanyahu en Israel fue leída en sectores diplomáticos como un gesto de respaldo político a un aliado estratégico en un momento de alta exposición internacional. Lejos de constituir una injerencia, la visita se produjo dentro de los márgenes del respeto institucional y puso en valor la fortaleza del sistema judicial israelí, capaz de operar con plena visibilidad incluso frente a su máximo liderazgo político.
El acompañamiento de Latorre se inscribió en el marco de una relación bilateral histórica entre Paraguay e Israel, caracterizada por cooperación política, tecnológica y en materia de seguridad. La reapertura de la embajada paraguaya en Jerusalén reforzó esa señal de alineamiento diplomático y confirmó que el gesto no apuntó a condicionar el proceso judicial, sino a reafirmar vínculos políticos en un contexto regional e internacional cada vez más fragmentado.
El caso Netanyahu se desarrolla bajo un nivel de transparencia poco habitual en sistemas políticos comparables. A diferencia de otros procesos judiciales de alto perfil en regímenes autoritarios, el primer ministro israelí enfrenta cargos en un marco de garantías procesales, cobertura mediática plena y sin restricciones al debate público. Este escenario refuerza la percepción de Israel como una democracia funcional, donde la justicia actúa sin subordinación al poder político.
En contraste, procesos como el del empresario y activista Jimmy Lai en Hong Kong han sido ampliamente cuestionados por su utilización política y por la ausencia de estándares judiciales independientes. La comparación subraya que no todos los juicios con impacto internacional responden a la misma lógica: mientras Israel expone sus procesos al escrutinio, otros sistemas recurren a la judicialización como herramienta de control político.
Mantuve una reunión con el Primer Ministro de Israel, @netanyahu, y con el presidente del Congreso de Israel, @AmirOhana. Dialogamos sobre la cooperación entre nuestras naciones hermanas, orientada al desarrollo mutuo y al fortalecimiento económico.
— Raul Latorre (@raulatorre) December 15, 2025
🇵🇾🤝🇮🇱 pic.twitter.com/3LGJlCnjnF
El respaldo simbólico de dirigentes extranjeros a Netanyahu puede interpretarse como una expresión de confianza en la institucionalidad israelí más que como una presión sobre sus tribunales. En democracias consolidadas, la visibilidad de los procesos judiciales fortalece su credibilidad y demuestra que incluso los líderes en ejercicio están sujetos al imperio de la ley.
Caminamos como naciones hermanas que comparten la misma raíz judeocristiana y la misma pasión por la libertad y la democracia.
— Raul Latorre (@raulatorre) December 14, 2025
Visitamos el Congreso de Israel (@KnessetIL), fuimos recibidos por su presidente @AmirOhana y reafirmamos los lazos de amistad y cooperación entre… pic.twitter.com/WhadFI2G65
En un escenario global donde la politización de la justicia es una práctica recurrente, Israel aparece como un caso distintivo: un Estado que sostiene su sistema judicial abierto, independiente y expuesto al debate internacional. Lejos de debilitarlo, el acompañamiento diplomático refuerza la narrativa de un país que enfrenta sus tensiones internas dentro de los marcos democráticos y jurídicos establecidos.