27/12/2025 - Edición Nº1054

Internacionales

Imagen política

Colores, trajes y podios: el método de José Antonio Kast para marcar liderazgo

19/12/2025 | La campaña del líder republicano chileno consolidó una identidad visual sobria y predecible, orientada a reforzar valores conservadores y liderazgo institucional.



La imagen pública de José Antonio Kast fue construida a partir de una lógica clara: proyectar orden, control y estabilidad. Lejos de apelar a la emotividad o al impacto discursivo, su presencia política se sostuvo en la coherencia visual y en la repetición de códigos simbólicos asociados al conservadurismo clásico. La campaña priorizó una estética reconocible, pensada para fijar al candidato como una figura de autoridad antes que como un líder carismático.

Uno de los ejes centrales de esa estrategia fue la identidad visual. El uso reiterado de los colores azul, blanco y rojo, vinculados tanto a la bandera chilena como al imaginario institucional, reforzó una narrativa de nación, estructura y orden. Esta paleta cromática no solo cumplió una función estética, sino que operó como un anclaje simbólico que conectó al candidato con valores tradicionales y con un electorado que privilegia la estabilidad por sobre el cambio disruptivo.

Chile


Chile es un país largo y estrecho que se extiende a lo largo del extremo occidental de América del Sur, con más de 6.000 km de costa del Océano Pacífico.

Vestimenta, sobriedad y control

La vestimenta cumplió un rol clave en esa construcción. Trajes clásicos, camisas claras y corbatas en tonos azules o rojos dominaron sus apariciones públicas, proyectando una imagen de formalidad y disciplina. En términos comunicacionales, este estilo refuerza autoridad y previsibilidad, y evita cualquier elemento que pueda asociarse a informalidad o ambigüedad ideológica. El objetivo no fue generar cercanía emocional, sino transmitir seguridad y respeto institucional.

A esa sobriedad visual se sumó un lenguaje paraverbal controlado. Kast mantuvo un ritmo de discurso parejo, con escasos cambios de intensidad y una gesticulación contenida. Este registro, lejos de la oratoria explosiva, comunica autocontrol y coherencia, aunque también puede ser percibido como falta de emotividad. Su liderazgo no se apoya en el énfasis, sino en la constancia del mensaje y en la repetición de un marco narrativo estable.

Escenografía e identidad de liderazgo

La escenografía reforzó la personalización del liderazgo. El uso de podios con su apellido en mayúsculas y consignas breves colocó el nombre del candidato en el centro de la escena, siguiendo una estética habitual en campañas presidenciales de estilo estadounidense. Cuando el nombre domina el espacio visual, el liderazgo se individualiza y se fija con mayor fuerza en la memoria colectiva, desplazando el foco desde el programa hacia la figura.

En conjunto, la estrategia visual de José Antonio Kast respondió a una lógica coherente y deliberada. La combinación de identidad cromática, vestimenta tradicional, lenguaje corporal controlado y escenografía centrada en el candidato construyó una imagen política reconocible y alineada con su proyecto. La apuesta fue clara: consolidar autoridad y orden como valores centrales, aun a costa de resignar conexión emocional con segmentos del electorado más sensibles a la expresividad y la cercanía.