El 28 de julio marcó un punto de inflexión en la dinámica represiva venezolana. Lejos de un estallido inmediato y visible, el endurecimiento posterior a la jornada electoral activó un mecanismo menos ruidoso pero igual de efectivo: la expulsión indirecta de opositores, activistas y ciudadanos comunes mediante el miedo. El resultado fue una ola de salidas urgentes, desordenadas y, en muchos casos, clandestinas.
La secuencia se repite con variaciones mínimas. Primero, la señal de alerta: visitas de cuerpos de seguridad, citaciones informales, llamadas sin respaldo judicial o advertencias transmitidas por terceros. Luego, el repliegue doméstico. Cambios constantes de domicilio, abandono de teléfonos, suspensión de actividades públicas. La clandestinidad interna se vuelve una antesala forzada del exilio.
A diferencia de la migración económica, estas salidas no responden a planificación ni a redes previas. La urgencia reduce márgenes de decisión y empuja a rutas irregulares, pasos fronterizos no oficiales y vuelos adquiridos a último momento. El costo financiero es alto, pero el riesgo personal lo es aún más. No huir se percibe como una amenaza inmediata.
La ausencia de procesos judiciales formales es un rasgo central. No hay expedientes ni imputaciones claras, lo que dificulta la denuncia internacional y deja a las víctimas en una zona gris. La amenaza funciona por anticipación: basta la posibilidad de detención arbitraria para activar la salida. El control opera sin dejar huellas legales visibles.
ALERTA MUNDIAL
— María Corina Machado (@MariaCorinaYA) December 15, 2025
El régimen de Nicolás Maduro secuestró esta mañana a Melquiades Pulido, nuestro coordinador de Gestión Pública. Lo interceptaron, le dijeron que estaba solicitado y se lo llevaron a la fuerza.
MADURO ES RESPONSABLE DE LA VIDA Y LA SALUD DE MELQUIADES!!
Nuestro… https://t.co/xUtKAQEjuD
El impacto va más allá de los individuos afectados. La salida acelerada de dirigentes locales, testigos electorales y referentes comunitarios produce un vaciamiento organizativo que debilita la capacidad de articulación social y política. El exilio deja de ser una consecuencia colateral y se consolida como un instrumento de neutralización.
Hoy alzamos la voz para pedir la libertad de Luis Tarbay
— Mundo Con Vzla (@MundoConVzla) December 19, 2025
No hablamos de un criminal.
Hablamos de un bombero, abogado, defensor de derechos humanos,
padre y amigo.
Luis dedicó su vida a salvar a otros,
a defender la ley y la dignidad humana.#UnAñoSinLuis pic.twitter.com/S3qqglvLfK
Así, la represión se redefine. No necesita cárceles llenas ni juicios mediáticos. Funciona a través del desgaste, el aislamiento y la expulsión tácita. El fenómeno posterior al 28J sugiere que el poder en Venezuela ha perfeccionado una lógica de control de bajo ruido, donde el miedo sustituye a la condena y la frontera reemplaza a la celda.