La última cumbre del Mercosur dejó algo más que gestos diplomáticos tensos entre Buenos Aires y Brasilia. Funcionó como una radiografía de dos visiones económicas antagónicas que hoy compiten por definir el rumbo del bloque. De un lado, la apuesta liberal del presidente argentino Javier Milei; del otro, el modelo intervencionista defendido por Luiz Inácio Lula da Silva. La distancia política entre ambos líderes es, en realidad, una distancia conceptual sobre cómo crecer e integrarse al mundo.
Milei llegó al Mercosur con una premisa clara: el bloque debe dejar de operar como un cerrojo comercial y transformarse en una plataforma de apertura. Su crítica a las barreras internas, los aranceles elevados y la lentitud negociadora apunta a un diagnóstico concreto: el esquema actual limita la competitividad y castiga a las economías que buscan insertarse en cadenas globales. Frente a un mundo que acelera acuerdos bilaterales y regionales, Argentina plantea que seguir cerrados es sinónimo de estancamiento.
El enfoque de Lula, en cambio, prioriza un Mercosur como escudo. Brasil defiende un rol activo del Estado, políticas industriales y protección de sectores estratégicos, incluso a costa de menor flexibilidad comercial. Para el mandatario brasileño, el bloque debe funcionar como herramienta de desarrollo interno antes que como trampolín hacia una apertura plena. Ese enfoque, aunque históricamente influyente, enfrenta crecientes límites en un contexto global de competencia feroz y capital móvil.
La tensión quedó expuesta en la agenda candente de la cumbre. Mientras Brasil insistió en preservar consensos internos y avanzar con cautela, Argentina empujó la posibilidad de acuerdos por fuera del bloque y mayor autonomía comercial. El contraste no es menor: para Milei, la integración sin libertad económica es una contradicción; para Lula, la apertura sin protección es un riesgo social.
🇦🇷🇧🇷 | El frío saludo entre Lula da Silva y Javier Milei en la cumbre del Mercosur.
— Alerta News 24 (@AlertaNews24) December 20, 2025
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El sesgo liberal de Milei se apoya en una lectura pragmática del escenario internacional. La atracción de inversiones, el acceso a mercados y la disciplina fiscal aparecen como condiciones necesarias para recuperar credibilidad y crecimiento. En ese marco, el Mercosur es visto como una herramienta que debe adaptarse o perder relevancia. La rigidez, advierten en Buenos Aires, solo profundiza la marginalidad comercial del bloque.
El presidente Javier Milei, José Mulino, Santiago Peña y otros presidentes de la región asisten a Foz de Iguazú en Brasil, a la Cumbre de Presidentes del MERCOSUR y Estados Asociados. Durante la foto oficial en las Cataratas de Iguazú, Milei se mantuvo lejos el comunista Lula. 🔥 pic.twitter.com/ptFQvmo6qF
— Eduardo Menoni (@eduardomenoni) December 20, 2025
La cumbre dejó en claro que el debate no es coyuntural. El Mercosur enfrenta una definición estratégica: persistir en un modelo defensivo o evolucionar hacia una lógica de apertura competitiva. El planteo argentino, aun incómodo para algunos socios, introduce una pregunta incómoda pero inevitable: qué modelo ofrece hoy mejores incentivos para crecer, atraer capital y sostener desarrollo en el largo plazo.