Desde el 13 de junio de 2024, cuando Loan Peña fue visto por última vez después de un almuerzo familiar en la localidad correntina de 9 de Julio, el tiempo dejó de avanzar para su familia. La espera se volvió una rutina áspera, hecha de noches sin sueño, silencios largos y una certeza que se repite desde el primer día: el nene no se perdió, se lo llevaron.
María Noguera, la mamá del niño, cuenta que el descanso dejó de ser una rutina. “A veces no puedo dormir y me levanto tarde”, dice, al explicar que las noches se volvieron irregulares desde la desaparición, y asegura que sueña con su hijo y que en esos sueños lo ve distinto, más grande, lo que la obliga a pensar cómo puede estar hoy. “Hay fotos de Loan circulando, pero solamente la carita se va a reconocer, el remolino, no sabemos cómo está ahora”, explica en una entrevista con el diario El Argentino.
Loan tenía seis años cuando fue visto por última vez. Su madre señaló que el parecido con sus hermanos podría ser una clave para identificarlo. Con el correr de la charla se sumaron José Peña, el padre, y uno de los hermanos mayores. El tono se mantuvo sereno, atravesado por pausas largas y una ausencia que domina cada respuesta.
Para María, el desgaste emocional alcanza a toda la familia. “Agota, no deja de pensar a los hermanos, al papá y a mí. Pasan los meses y no sabemos dónde está, qué pasó o qué hicieron con él”, refiere. Dice que la falta total de información es lo que más duele y la comparó con otras pérdidas: “Hay personas que perdieron a un hijo en un accidente y al menos saben qué pasó. No es lo mismo”. Aun así, dejó claro que no piensa rendirse: “No hay que bajar los brazos, vamos a seguir luchando”.

La desaparición de Loan alteró por completo la vida cotidiana. María explica que antes todos trabajaban y la rutina giraba en torno a la escuela. “Hoy todo cuesta muchísimo. A veces los hermanos me dicen que no se puede trabajar porque estamos pensando en Loan”, cuenta. Reconoce que a ella le resulta especialmente difícil volver a ser la de antes: “Una mamá no es como un hermano, a mí me cuesta salir y seguir”.
José Peña, el papá de Loan, describe una realidad marcada por la soledad y la imposibilidad de sostener un trabajo continuo. “Quedé solito acá, tengo que ir todos los días al campo a cuidar a mi mamá. Por ahí hago una changuita y ya me quedo. Siempre pensando en eso”, asegura. Al recordar a su hijo, resume la ausencia en una imagen: “Extraño su alegría. Siempre estaba conmigo, me esperaba cuando volvía, íbamos a andar a caballo”.
“Extraño llevarlo a la escuela, ir a buscarlo, verlo jugar en el patio, ir a la canchita o ayudar al papá en la huerta”. Su hijo mayor agrega que la casa perdió el ruido y la imagen del chico jugando. “Tenemos la esperanza de que esté vivo y de poder recuperarlo”, sostuvo.

Sobre lo ocurrido aquel día, la familia no tiene dudas. El hermano cuenta que, después de buscarlo en todos lados, entendieron que Loan no se perdió. “Se lo llevaron”, dice. María refuerza esa idea y el padre coincide: “No encuentro otra explicación”. También expresó que, si hubiera sabido quiénes iban a estar ese día, no habría ido con su hijo. “Ese día caí en una trampa”, afirmó.
La participación de personas cercanas agrandó el dolor. José Peña padre dice que “no se puede creer” y que todavía se pregunta cómo dejaron a gente desconocida en ese lugar. Si pudiera hablar hoy con su hermana Laudelina, refiere que le haría muchas preguntas. “Le preguntaría por qué se fue con él y volvió sola”, señaló.
Desde el rol de los hijos mayores, José explica que sienten la responsabilidad de contener a la familia y seguir la causa judicial. “Todos los días estamos peleando por la verdad, los que tienen que hablar no lo hacen y eso da mucha bronca”, sostuvo. Dice que saben que hay personas que pueden decir qué pasó y que mantienen la esperanza de que alguien se quiebre.
La fuerza, coincidieron, sale de la unión familiar y del acompañamiento de la gente. Y María vuelve a pedir ayuda: “Si alguien lo ve, que avise a la comisaría más cercana. Y si creen que puede ser Loan, que le pregunten cómo se llama, quién es su papá, porque él es muy vivo y va a decir su nombre”.