El presidente Javier Milei volvió a utilizar el fútbol como escenario político y simbólico para reforzar su discurso contra la actual conducción de la AFA. En ese marco, elogió públicamente a Juan Sebastián Verón, a quien definió como “un elegido” y “una cabeza no convencional”, y lo señaló como ejemplo de gestión en contraposición al modelo que, según él, encarna Claudio “Chiqui” Tapia.
Las declaraciones se dieron tras el reciente título de Estudiantes de La Plata y volvieron a dejar en evidencia la estrategia presidencial de intervenir discursivamente en uno de los ámbitos más populares y sensibles del país. Para Milei, el fútbol no es solo deporte: es poder, cultura y territorio de disputa.
Desde hace meses, el Presidente mantiene una confrontación abierta con la Asociación del Fútbol Argentino y con su conducción. En ese marco, el elogio a Verón funciona como una contracara narrativa: frente a lo que Milei define como un sistema “cerrado” y “corporativo”, coloca a un dirigente que encarna, según su mirada, el mérito, la eficiencia y una lógica empresarial moderna.
No es un gesto aislado. El propio Milei se reivindicó como “bilardista”, exaltó la cultura del resultado y del esfuerzo, y volvió a marcar diferencias con Tapia, a quien acusó de “destruir la dinámica del fútbol argentino”. El mensaje es claro: hay un modelo que debe caer y otro que debe imponerse, con Verón como figura legitimadora dentro de un universo históricamente esquivo al poder político.
Sin embargo, el dirigente que Milei elige como faro no está exento de controversias. En paralelo a los elogios presidenciales, se conocieron detalles de una compleja red de empresas offshore radicadas en el estado de Florida, articuladas alrededor de Verón y vinculadas al negocio del fútbol y el alto rendimiento deportivo.
La estructura incluye múltiples sociedades del tipo LLC, con domicilios compartidos y directores cruzados, un esquema que especialistas asocian a ventajas fiscales y altos niveles de opacidad. En el centro del entramado aparece el megaproyecto Sports Performance Hub (SPH), valuado entre 280 y 337 millones de dólares, desarrollado a través de VSGS Facilities LLC, con participación indirecta de Verón mediante su holding RABIanca LLC.
El escenario se vuelve aún más sensible tras la imputación en Argentina de los empresarios Foster Gillett y Guillermo Tofoni por presunto lavado de dinero, ambos vinculados a operaciones millonarias de transferencias de jugadores con Estudiantes. Si uno de ellos fuera condenado, fuentes judiciales no descartan que el Departamento de Justicia de Estados Unidos avance sobre las conexiones comerciales y societarias en Miami.
El entramado offshore no se limita a inversiones inmobiliarias. Incluye también la gestión deportiva directa, el marketing global y la articulación con clubes como Miami FC, en un esquema de integración vertical que refleja el modelo corporativo que Verón impulsa y que podría replicarse en Argentina bajo figuras como las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD), uno de los grandes objetivos del oficialismo.
La paradoja es evidente. Mientras Milei repite que “el que las hace las paga” y denuncia mafias enquistadas en el fútbol, elige como referente a un dirigente atravesado por estructuras financieras diseñadas para el blindaje patrimonial y la opacidad, hoy bajo la lupa judicial.
Así, el fútbol vuelve a ser mucho más que un juego: se transforma en una herramienta política, un campo de disputa cultural y un espejo incómodo de las contradicciones entre el discurso presidencial y los aliados simbólicos que el poder decide abrazar.